Cuando vamos al médico por la razón que sea, no es muy habitual encontrarse con uno que te hable de emociones y sentimientos. Pues eso fue lo que me ocurrió hace unas semanas. Después de contarle que mis defensas siempre están bajas, y que tengo resfriados y anginas muy habitualmente, la doctora me miró fijamente y me preguntó: ¿Qué te pasa? Mi cara de circunstancia no entendía a qué venía esa pregunta. E inmediatamente la doctora, después de ver mi cara de susto, continuó preguntándome: ¿Eres una de esas personas a la que les cuesta expresar sus emociones, de esas personas que dan mucho y piden poco? Le contesté: bueno…, sí. En ese momento yo estaba perpleja, pero por fin la doctora comenzó a explicarme a qué venían esas preguntas a las que una no está acostumbrada a oír de boca de un médico.

Pues bien, la explicación que me dio es que las emociones están estrechamente ligadas con lo que ocurre en nuestro cuerpo. Una mala salud emocional puede debilitar el sistema inmune, haciendo que aparezcan más resfriados y otras infecciones durante épocas emocionalmente difíciles.

Por ejemplo, en mi caso concreto, la aparición de anginas de forma continuada se debe a una acumulación de emociones contenidas.  Así que la solución es fácil y está en mis manos… ¡Emociones fuera!  

La garganta es un canal de expresión y creatividad y, cuando siente que no puede expresarse y acumula rabia, aparecen problemas como dolor, irritación, etc. Cristóbal Jodorowsky dijo que la amigdalitis es un bloqueo emocional que no logra ser enunciado a causa de la angustia.

Nuestro cuerpo responde a la manera en cómo pensamos, sentimos y actuamos. Es la conexión mente-cuerpo. Cuando nos sentimos estresados, ansiosos o enfadados, nuestro cuerpo está tratando de decirnos que algo no anda bien. Por ejemplo, presión arterial alta o una úlcera estomacal podrían desarrollarse después de un evento estresante, como la muerte de un ser querido, una separación o un momento laboral difícil, etc.

Mi doctora me aconsejó que, además de cuidar mi alimentación y salud física haciendo deporte, debía trabajar mi parte emocional, buscando maneras saludables para afrontar el estrés y los problemas de la vida normal.

Las investigaciones revelan que no son los acontecimientos estresantes en sí los que nos producen problemas, sino la valoración y la manera de afrontarlos. De ahí que no todas las personas se toman igual lo que les sucede.

Debemos escuchar más las señales de nuestro cuerpo. Lo que hacen las emociones es avisarnos, por eso los dolores físicos causados por las tensiones acumuladas también son señales que nos están diciendo que no hay equilibrio dentro de nosotros.

Aprender a gestionar las emociones es una tarea pendiente para cada uno de nosotros. Y yo ya he empezado a gestionar las mías. Vivir más y mejor sólo depende de nosotros.