Silvia Ribés
Debemos aceptar que existen cosas de nuestra vida que son inevitables y hay que hacer diariamente. No dejes que la rutina se apodere de tu vida. Haz algo nuevo cada día y observa como cada día se convierte en un día único.
Madrugar, asearse, trabajar, cuidar a los niños… El día a día, al menos entre semana, se convierte muchas veces en una rutina en la que por inercia nos dejamos llevar con la única esperanza de que llegue el fin de semana para hacer aquellas cosas que nos gustan. A menudo ...
Madrugar, asearse, trabajar, cuidar a los niños… El día a día, al menos entre semana, se convierte muchas veces en una rutina en la que por inercia nos dejamos llevar con la única esperanza de que llegue el fin de semana para hacer aquellas cosas que nos gustan. A menudo esto hace que no seamos capaces de disfrutar de cada día y que todas las jornadas nos parezcan iguales.
La mayoría de personas tenemos la sensación de que no contamos con tiempo a diario para dedicar a nosotros mismos y así lo aceptamos y lo dejamos pasar. Nada más lejos de la realidad. Busca ese ratito personal que todos necesitamos, como el viaje al trabajo o ese espacio de tiempo que queda cuando llegas a casa antes que el resto. Esa media hora en soledad recarga tus pilas para hacer frente al resto de la jornada y te permite relajarte. Dedica ese tiempo a hacer lo que más te gusta: hacer ejercicio, leer, tocar un instrumento, o simplemente descansar y disfrutar de tu propia compañía.
Pequeñas acciones con grandes reacciones
Además de dedicar ese tiempo a cuidar de ti mismo, estos pequeños gestos pueden hacer que tu día se convierta en inolvidable para ti o para otra persona. Atrévete a hacer pequeñas cosas que no has hecho antes, y haz cada día algo nuevo. Verás como tu rutina da un giro y cada día vivido se convierte en un día único.
Piensa en una lista de cosas que te gustaría hacer y que siempre te has pospuesto: pintar un cuadro, practicar parapente, aprender a nadar, adoptar un animal, cortarte el pelo de forma diferente... Si poco a poco vas consiguiendo llevar a cabo tus propuestas, notarás que vas cumpliendo objetivos y te invadirá una sensación de felicidad.
También a lo largo del día puedes cambiar un pequeño gesto o hacer algo rutinario mínimamente diferente: bájate un par de paradas antes del metro, sonríe al pasar frente a alguien, ayuda con la compra a algún vecino, ve una película clásica que jamás pensabas que ibas a ver, vístete de colores, ríete solo por la calle sin importar que te miren, si sales a bailar, hazlo como nunca, busca una palabra nueva en el diccionario, gira la bola del mundo, párala con el dedo e infórmate del país en el que has caído, lee un clásico de la literatura, si llueve, mójate, habla con un desconocido...
Simplemente pruébalo. No lo pienses, porque quizá entonces no lo harás. Quédate con esta frase: «Lo hicieron, porque no sabían que era imposible».
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