A nivel nutricional, te recomendamos:

Adapta la comida a tu ritmo Es verano y puedes cambiar tus hábitos. No tienes que comer lo mismo que durante el resto del año. Aprovecha los productos de temporada y, si viajas a cualquier sitio, prueba su gastronomía local. Olvídate de complejos y no renuncies a nada.

Aunque te parezca innecesario y prefieras tu rutina, es muy enriquecedor descubrir nuevos sabores y disfrutarlos. No es el momento de contar calorías o intentar comprar lo mismo que tienes en tu zona. En cada localidad hay una gran riqueza gastronómica que puedes aprovechar. Podrías, por ejemplo, beber un delicioso cava en Cataluña, un albariño en las Rías Bajas o una sidra en Asturias.

Hidrátate todo lo posible Como nuestro organismo es agua en una elevada proporción, la hidratación es imprescindible para mantenerlo en perfecto estado. No sólo es importante beber; también tu piel la necesita en forma de cremas adecuadas a tus características dermatológicas y siempre tras la exposición al sol.

A nivel de la piel consulta cual es la mejor crema, ya que existen muchas opciones en el mercado (hidratante, nutritiva, antienvejecimiento, etc.) Sea cual sea la que más te conviene, aplícala todos los días, sin olvidarte.

Bebe aunque no tengas sed, y no olvides a los niños y a los ancianos (que no perciben la necesidad de beber) para evitar que se deshidraten por las altas temperaturas.

Son muchas las opciones: tomarla directamente (agua del grifo o embotellada con o sin gas), en zumos naturales (los envasados mejor sin azúcares añadidos), infusiones, refrescos, helados (los de hielo contienen más), granizados, los caldos vegetales o el gazpacho (contienen vitaminas y minerales de gran interés nutricional), caldos de carnes (ricos además en proteínas), etc.

Si viajas a un balneario consulta las posibilidades del consumo de sus aguas. Según la zona serán buenas para determinadas situaciones: cuidar el riñón, favorecer el control de la tensión, depurar el hígado, etc. No te arrepentirás.

Diviértete con la comida Si eres de los que piensas que comer lo mismo de siempre es aburrido, ha llegado el momento de cambiar tus hábitos y no centrarte exclusivamente en lo habitual porque estás acostumbrado a hacerlo así y no disfrutarlo obsesionado por comer sano. Modifica la forma de prepararlo (dejar de freír y empezar a cocer) o los aditivos (cambiar la sal por el orégano) que utilizas en la cocina, pero tómalo como algo divertido, que no sea una obligación y aprende a cocinar nuevos platos.

No es necesario que hagas un curso de cocina. Fíjate en los menús que ofrecen los restaurantes de la zona, ve al mercado a conocer los productos que se venden allí, cambia el pescado que consumes habitualmente por los típicos de la zona, etc.