Conserva el pH para mantener el equilibrio de tu organismo

Carmen Reija

La medida del pH es un dato que se observa cuando realizas un análisis de orina, por ejemplo, y se ha convertido en un parámetro a tener en cuenta para saber algo más sobre nuestra salud y el buen estado de nuestro organismo. Desde la alimentación podemos regularlo.

10/10/2014

Es fácil de comprender si te planteas cómo te sientes después de una noche larga: cena, copas, exceso de tabaco, etc. seguro que te pasan factura. Al levantarte (si has podido dormir) te sientes cansado, con “resaca”, no te apetece hacer nada… esa sensación se debe al desequilibrio ácido-base que ...

Es fácil de comprender si te planteas cómo te sientes después de una noche larga: cena, copas, exceso de tabaco, etc. seguro que te pasan factura. Al levantarte (si has podido dormir) te sientes cansado, con “resaca”, no te apetece hacer nada… esa sensación se debe al desequilibrio ácido-base que tu cuerpo sufre. Por supuesto, es momentánea y todo vuelve a la normalidad; lo malo es cuando, por tus actitudes, se mantiene en el tiempo.

Nuestra sangre debe mantener un pH en torno al 7.4 y este valor se ve afectado por todo lo que ingerimos, bueno o malo. Cuando el sistema de equilibrio que mantiene este nivel se ve afectado, el organismo tiene que recuperarlo utilizando los mecanismos que tiene. Así, extrae de los órganos (riñón, pulmón, etc.) los elementos que necesita (vitaminas, minerales, oxígeno, etc.) para restablecerlo. Esta situación genera unos síntomas incómodos (piel amarillenta, dolor, cansancio, insomnio, digestiones malas, etc.) y las enfermedades relacionadas (diabetes, fibromialgia, hepatitis, etc.)

Los expertos inciden en que la mejor situación es la de conseguir mantenernos en un estado alcalino, pues los tejidos que son ácidos se consideran enfermos porque han sufrido oxidación. Para conseguir un medio alcalino se debería: hacer ejercicio, mantener un equilibrio emocional, depurar el organismo, descansar adecuadamente y seguir una dieta alcalinizante que compense todo lo posible la tendencia a la acidez.

Entre los alimentos que causan acidez se incluyen: café, quesos, alcohol, harina blanca, té negro, chocolate, carne de vaca, melón, piña, uvas, zumos envasados, leche de vaca, vinagre y algunos edulcorantes.

Los que se consideran alcalinizantes serían: espinacas, brécol, limón, pomelo, algas, zanahoria, apio, almendras crudas, manzana, pepino, papaya, aguacate, pasas, dátiles, jengibre, judías verdes y espárragos.

Consulta con tu médico si debes modificar tus hábitos y empieza ya. Aunque al principio cuesta adaptarse a los cambios, en poco tiempo estarás preparado y te sentirás muy bien, lo que te animará a continuar. Tu cuerpo necesita volver a su equilibrio para funcionar bien cada día y, desde la alimentación, se puede hacer mucho por arreglarlo.

Una propuesta de menú incluiría: DESAYUNO: un zumo de pomelo, té verde y gelatina de fruta. MEDIA MAÑANA: infusión de tomillo y alcachofa, un puñado de dátiles y almendras. COMIDA: brécol con patata cocida y papaya. MERIENDA: yogur de soja con pasas. CENA: revuelto de algas con espárragos verdes y una manzana. Bebe mucha agua a lo largo del día, infusiones depurativas, caldos vegetales o también puedes preparar agua con limón y tomarla sin azúcar.

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