El impactante teaser nos trae la cara de Jax Teller fusionada con la de una calavera. Una vez más encontramos las recurrentes alusiones a la obra de Shakespeare, llenas de efectismo y al mismo tiempo llenas de simbología. Jax Teller ha muerto, murió  al final de la pasada temporada, o al menos el Jax Teller que hemos conocido en las 6 entregas anteriores; el que cree que el legado oculto de su difunto padre es la idea de que el club de moteros debe dar un giro hacia la legalidad, el que, aunque con poca fortuna, trata de buscar en su interior una forma de redimir sus pecados, el Jax cuyos planes de futuro incluyen una vida con Tara y sus hijos alejada de armas y violencia.

El nuevo Jax ha apagado el faro del fantasma de su padre, que desde los primeros capítulos le guiaba en el intento de sacar a los Sons del tráfico de armas. Cree que seguir su camino le ha llevado a la autodestrucción y a la pérdida de lo que más quería, que de algún modo sus buenas intenciones se le han vuelto en contra hasta el punto de llevarlo a una situación vital insostenible. Con el apoyo de todos los miembros del club Jax decide volver al camino de la época más radical de Clay, y  al mismo tiempo, traza un plan para acabar con todo aquel que haya tenido algo que ver con el trágico final de su mujer. Las cartas están sobre la mesa, y el nuevo Jax tiene en la muerte la única forma de reafirmar su vida.

Gemma, única culpable de asesinato de Tara, vuelve a usar las mentiras y la manipulación, esta vez  para poner a su hijo en el camino de una pista falsa, y señala a Chris, un joven miembro de la triada de Lin, como el autor del asesinato de su mujer.

Jax no tarda en sentenciar a muerte al falso culpable. Los Sons capturan a Chris y lo sientan ante su líder, quien le susurra al oído la muerte que le espera en lo que es el inicio de uno de los mejores momentos de la historia de la serie: una matanza precedida de una tortura despiadada y brutal que, al tiempo que nos presente la nueva versión de un Jax más violetno y atormentado que nunca,  contrasta con la exquisita sensibilidad de una impresionante versión de Bohemian Rhapsody.

Sin duda, la elección de la imagen de la cara de Jax fundida con una calavera no es solo un recurso visual. Jax será la muerte para muchos de los que le rodean, pero al mismo tiempo ha iniciado un camino que inevitablemente acabará con la suya propia.