El nombre procede del griego (significa inflamación de la vejiga) y se refiere a una infección urinaria. Afecta a un elevado porcentaje de la población, especialmente mujeres entre 20 y 40 años, aunque se puede presentar a cualquier edad. Esta infección de las vías urinarias suele ser causada por las bacterias que colonizan la zona genital y gastrointestinal. La vejiga se inflama provocando la sensación de tener ganas de orinar continuamente. De hecho, es más frecuente en mujeres porque su uretra es más corta y los gérmenes penetran con facilidad y llegan mejor a la vejiga.

Los síntomas son variados e incluyen: ardor y picor en la zona, necesidad continua de hacer pis y la sensación de que no consiguen vaciar completamente la vejiga. Además, pueden presentarse fiebre, escalofríos, cansancio, temblores, irritabilidad, dolor de espalda, dolor en la parte baja del abdomen, sangre y turbidez en la orina, etc.

El diagnóstico debe realizarlo el médico. Suele hacer un análisis de orina con tiras reactivas para descubrir la presencia de leucocitos y nitritos (cuyo resultado positivo implica que la probabilidad de infección es alta). El tratamiento se orienta a eliminar la infección y reducir las molestias: un analgésico (para reducir el dolor) y un antibiótico durante 3 días, aunque puede ser preciso tomarlo 7 días. Es imprescindible seguir las pautas marcadas por el médico.

Es importante la prevención, sobre todo en quienes ya la han padecido y desean evitar recaídas. Se recomienda:

-realizar una higiene adecuada sin obsesionarse. Evitar los jabones y desodorantes vaginales o el agua muy caliente mucho tiempo. Puedes aprovechar las ventajas que aportan los aceites esenciales de tomillo, eucalipto, árbol del té, etc. para lavar la zona genital mezclándolos con agua. No se recomienda a mujeres embarazadas. Consulta al especialista

-usar ropa floja de algodón para mantener la zona pélvica seca y aireada.

-no retener la orina durante demasiado tiempo

-aplicar calor debajo del abdomen usando una compresa caliente, una bolsa de agua o una mantita eléctrica.

-evitar el consumo de alcohol.

-incluir en tu menú alimentos que mejoran la cistitis. Te proponemos: espinacas, rábanos, cebada, perejil, limón, arándanos, etc. Su composición química resulta indicada para mejorar el proceso. Puedes tomarlos directamente o preparar infusiones con ellos. Consulta al experto.

-preparar una infusión de equinácea, uña de gato, linaza, brezo, malvavisco, etc. o tomar miel de brezo. No se recomienda abusar de su consumo.

-beber agua de mineralización débil.

-evitar el diafragma como método anticonceptivo.

-no usar geles lubricantes que destruyan la flora buena

-orinar tras el coito para eliminar bacterias.

Ante cualquier síntoma acude al médico y él decidirá el tratamiento adecuado. No ocultes que utilizas compuestos “naturales” para evitar efectos cruzados y acepta sus indicaciones para recuperarte con rapidez y completamente.