Brindemos con el mismo vino con el que lo hacían nuestros antepasados

Alexis Vicente

Hallan dos nuevos caldos ancestrales gracias a la arqueología del vino dentro el proyecto de recuperación de variedades ancestrales que Bodegas Torres lleva a cabo desde hace más de tres décadas. A las variedades encontradas hasta ahora, se suman dos variedades tintas con gran interés enológico, que tienen la particularidad de ser muy resistentes a las altas temperaturas y a la sequía.

22/09/2015

El proyecto de recuperación de variedades ancestrales que Bodegas Torres lleva a cabo desde los años 80 del pasado siglo, continúa dando sus frutos. A las variedades recuperadas como querol, garró y selma blanca, se suman ahora dos variedades tintas con gran interés enológico, que tienen la particularidad de ser ...

El proyecto de recuperación de variedades ancestrales que Bodegas Torres lleva a cabo desde los años 80 del pasado siglo, continúa dando sus frutos. A las variedades recuperadas como querol, garró y selma blanca, se suman ahora dos variedades tintas con gran interés enológico, que tienen la particularidad de ser muy resistentes a las altas temperaturas y a la sequía, lo que las hace especialmente interesantes para afrontar el cambio climático.
 
Se trata de la moneu y la gonfaus, que Bodegas Torres ha plantado de manera experimental en su finca de L’Aranyó, en Borges Blanques, en el corazón de la comarca leridana de Les Garrigues, tras un largo proceso que empezó con la localización, en 1998, de dos cepas viejas que resultaron ser de variedades desconocidas. Después de sanearlas, reproducirlas y plantarlas en diferentes fincas para comprobar su adaptación, la familia Torres ha constatado que estas dos variedades expresan su mayor potencial en climas áridos y en condiciones extremas.
 
Moneu fue localizada cerca de Querol, en el Alt Camp, y su nombre hace referencia al ‘Coster de Moneu’, el faldón del Torrente de Lloreda situado al sur de este municipio tarraconense. Gonfaus, por su parte, proviene del pueblo de Sta. Eulàlia de Puig Oriol, en la zona del Lluçanès, en la comarca de Osona. Su nombre viene del ‘Quintà de Gonfaus’, una zona de pastura situada al sudeste de esta localidad barcelonesa. Ambas variedades son muy resistentes a la sequía. Gonfaus es, además, poco productiva y probablemente se trate de una de las pocas variedades femeninas conocidas actualmente –la mayoría son hermafroditas-, según el departamento de viticultura de Bodegas Torres.
 
El director general de Bodegas Torres, Miquel Torres Maczassek, ha contado que recuperar variedades ancestrales es un proceso largo y lento que requiere paciencia y horas de experimentación. “Es el resultado del buen hacer de un gran equipo de profesionales. Este trabajo está a mitad de camino entre la viticultura y la arqueología y nos ayuda a entender mejor la riqueza de variedades de vid previas a la llegada de la filoxera a finales del siglo XIX. Las variedades moneu y gonfau representan una recuperación del patrimonio vitivinícola en Cataluña, pero además pueden ayudarnos a afrontar los efectos del cambio climático”, ha explicado.
Estos vinos no tienen por qué ser más caros, según Torres. Se trata de dar a los vinos el valor que les corresponde. "Tenemos que producir con una gran calidad y a un precio razonable", comenta el heredero de la bodega y defiende la estrategia de Torres: "Si hay una persona que tienen 10 euros en el bolsillo queremos que Torres sea la mejor opción para adquirir un buen vino, pero si tiene 50 euros también queremos ser su mejor opción".
 
Desde que inició el proyecto de recuperación de variedades ancestrales a principios de los 80, Bodegas Torres ha logrado recuperar 40 variedades que se cultivaban antaño en Catalunya y que hoy habían prácticamente desaparecido. De éstas, sólo 7 muestran gran interés enológico, entre ellas la querol y la garró, que se utilizan en el cupaje de Grans Muralles, y selma blanca, la primera variedad blanca recuperada del Penedès. Estas han demostrado que tienen un gran potencial de calidad. Y ése es el futuro. Recuperar variedades es como «la arqueología del vino, recuperar algo que no existe ni en los museos y que tienes que ir al campo y encontrarlo».
 
La recuperación de variedades ancestrales, más allá de Catalunya
Además, Bodegas Torres ha decidido ampliar el alcance de su proyecto de recuperación de variedades ancestrales y ha iniciado, la pasada primavera, la localización de variedades desconocidas fuera de Catalunya, concretamente en La Rioja, Rueda, Ribera del Duero y Rias Baixas. Mediante la publicación de anuncios en medios locales, el equipo técnico de la bodega insta a los viticultores a que se pongan en contacto con ellos en caso de encontrar una cepa vieja que no logren identificar. Tras recibir la llamada del viticultor y constatar de que se trata de una variedad desconocida gracias a la ayuda de un ampelógrafo y al análisis de ADN de la cepa, Bodegas Torres iniciaría un proceso de saneamiento, reproducción, adaptación de la variedad al campo y valoración de sus aptitudes enológicas que puede durar de ocho a veinte años.
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