Se desarrollan de 24 a 48 horas tras la práctica deportiva y causan dolor y rigidez muscular, pinchazos, fatiga general y debilidad de los músculos. El pico doloroso se produce a los 3 días y, normalmente, desaparecen de 5 a 7 días después. Consulta a tu médico.

Una posible explicación de su aparición tras realizar ejercicio intenso sería por la formación de ácido láctico en anaerobiosis a partir del ácido pirúvico procedente de la glucólisis. Es un mecanismo propio del organismo que no podemos controlar, pero que no puede ser la excusa para ser sedentario.

Esta idea se basaría en los estudios realizados por un equipo de investigación americano de los años 50 que analizaba los efectos de varios compuestos a nivel muscular para determinar la actividad enzimática. En los músculos sometidos a un esfuerzo físico se percibían: “agujetas”, fatiga y la presencia de elevadas cantidades de ácido láctico y se dedujo que este ácido era el causante de las agujetas, pues este incremento de concentración no se constataba en los músculos en reposo.

Observaron que la formación de ácido láctico se reducía si se suministraba una elevada cantidad de glucosa, por lo que dedujeron que tomar glucosa podría ser la solución para eliminarlas. Esta actuación de tomar azúcar para evitarlas se utiliza como mecanismo para impedir que el ciclo siga la vía anaerobia y forme ácido láctico. Actualmente, son muchos los expertos que han descartado esta teoría y se plantean que debe existir otro mecanismo causante y una solución diferente.

Los científicos siguen estudiando por qué se produce el dolor muscular tardío (conocido por todos nosotros como agujetas) y existen varias explicaciones: microrroturas de fibras musculares por el movimiento, espasmos musculares por falta de flujo sanguíneo o microlesiones (similares a las roturas) por aumento de temperatura local. Además, las contracciones musculares excéntricas como bajar escaleras, correr cuesta abajo, sentadillas y flexiones causan mayor dolor.

La prevención pasaría por realizar estiramientos previos y posteriores al ejercicio, movilizar sacudiendo los músculos durante el ejercicio, darse una ducha fría al acabar, hacer un calentamiento previo, aumentar progresivamente el nivel de ejercicio, etc. También se recomiendan suplementos bajo control médico (como coenzima Q 10 y L-carnitina) y se cree que el consumo de antioxidantes antes y después de realizar ejercicio reduce los síntomas o los hace desaparecer completamente, siendo los más eficaces a este nivel los polifenoles, el café y el cacao.

El tratamiento pasaría por el consumo controlado de AINEs como el ibuprofeno (la aspirina no se ha demostrado útil), terapias físicas (masaje, ultrasonidos impartidos por un especialista), aplicar frío local, consumir suplementos nutricionales (isoflavonas de soja o aceites de pescado) bajo control, realizar ejercicio aeróbico suave (pues aumenta el flujo sanguíneo), descansar y recuperarse tranquilamente sin forzar, disfrutar de un baño de hielo o contraste, realizar estiramientos suaves, etc.