Iván Martín
La rutina es un habitual compañero de viaje en las relaciones personales capaz de destruir el amor creado por la pareja.
Enamorarse es, sin duda, una de las sensaciones más placenteras que podemos desarrollar en nuestro interior, sentirse pleno y amado repercute en nuestra salud emocional. Durante la fase de enamoramiento idealizamos en exceso a nuestro ser amado; comprensivos ante sus defectos, deseosos de conseguir su amor adoptamos roles ligeramente desviados ...
Enamorarse es, sin duda, una de las sensaciones más placenteras que podemos desarrollar en nuestro interior, sentirse pleno y amado repercute en nuestra salud emocional. Durante la fase de enamoramiento idealizamos en exceso a nuestro ser amado; comprensivos ante sus defectos, deseosos de conseguir su amor adoptamos roles ligeramente desviados de nuestra verdadera personalidad.
Una vez conseguido nuestro amor, nos relajamos proyectando las diferentes características ocultas en un principio: manías, gustos, miedos, inseguridades...completando de esta manera el escenario en el que se desarrollará nuestra relación de pareja.
La tranquilidad de haber conseguido a nuestra pareja unido al tiempo en convivencia deja paso a un compañero peligroso y habitual en toda relación de pareja: la rutina.
La Rutina
En primer lugar es recomendable apuntar que la rutina es un concepto natural en cualquier aspecto de nuestra vida: en el trabajo, obligaciones diarias, relaciones personales… es en el contexto de una relación de pareja cuando la rutina marca la voz de alarma ante un problema que puede marcar el devenir de nuestra pareja. A continuación vamos a enumerar una serie de características que definen la rutina dentro de una relación:
Desinterés mutuo. Sentir que todo está dicho, las preguntas desaparecen de la comunicación; creer que conocemos a nuestra pareja sin necesidad de preocuparnos por saber, por intuir las sensaciones, etc. Esta actitud hace que mantengamos un reflejo del pasado de nuestra pareja sin actualizar, manteniendo un total desconocimiento de la persona que comparte nuestras vidas, desgastando poco a poco los lazos primarios de unión entre ambos.
Aburrimiento. Pérdida absoluta de la capacidad de sorpresa por parte de ambos cónyuges. No existe improvisación, ganas de divertirse, en definitiva, la convivencia se reduce a una actitud pasiva que merma considerablemente el enriquecimiento mutuo.
Egoísmo. La rutina hace que nos preocupemos más de nuestros intereses que de los de la otra parte, es decir, nos llenamos con pequeñas cosas que nos gustan sin compartirlas con la pareja, marcando poco a poco las distancias.
Estancamiento. Una de las características más visibles en una pareja puesto que está relacionado directamente con los planes de futuro. Las esperanzas y los objetivos marcados se desvanecen con el tiempo sin posibilidad de encontrar la motivación para luchar por ellos.
Posiblemente hayas reconocido varias de las características anteriormente citadas, esto no debe ser un problema puesto que la única manera de combatir la rutina es identificar sus causas. La principal solución es “volver” a conocer a nuestra pareja desde el interés y la comunicación, reforzando un compromiso mutuo de futuro trabajando juntos por ello, reconociendo errores, creando un escenario de convivencia que refuerce nuestro desarrollo personal.
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