La autoestima es uno de los valores más significativos en la personalidad de la persona puesto que toda sensación que podamos experimentar en la vida se filtra bajo esta emoción. La autoestima podemos definirla como la manera que tenemos de vernos a nosotros mismos, una valoración personal basada en nuestra experiencia y en nuestros sentimientos.

Así pues, las conclusiones que saquemos de esta autovaloración serán básicas para el desarrollo personal y condicionará nuestra forma de actuar y sentir frente a los retos que nos surjan en la vida.

Los primeros años de la educación y la adolescencia son el principal nicho de actuación donde se irá forjando los mimbres de la autoestima; una pobre valoración de nosotros mismos dará como resultados problemas de baja autoestima en un futuro. 

Una persona con baja autoestima proyecta pensamientos negativos sobre sí mismo en cualquier situación vivida; su mente dibuja un escenario en el cual se ve inferior, incapaz y temeroso. Todos estos pensamientos negativos están basados en creencias y no en hechos reales, es la propia persona quien se adjudica dichos valores perjudiciales y, por tanto, no es capaz de encontrar las armas necesarias para combatirlos.

A continuación vamos a enumerar una serie de características que definen a una persona con baja autoestima:

Necesidad de refuerzos emocionales. Las personas con baja autoestima necesitan ser reafirmados constantemente por su núcleo más cercano acerca de sus decisiones y actos. Un buen refuerzo les ayudará a seguir con su camino pero un refuerzo negativo puede hundirles cambiando, incluso, decisiones importantes en su vida.

Vulnerabilidad a las críticas. A todo el mundo le gusta que hablen bien de él. En ocasiones tenemos que escuchar críticas de diferentes personas; bien o mal intencionadas, la forma de encajarlas repercute en nuestra salud emocional. La baja autoestima no diferencia una crítica saludable de una crítica destructiva, cada palabra sirve para dañar un poco más la confianza en uno mismo.

Miedo a crecer. Imposibilidad de aceptar nuevos retos personales, profesionales, etc… el miedo a equivocarse elimina cualquier posibilidad de cambiar sus vidas.

Tendencia a la comparación. Una actitud muy común en este tipo de personalidades, la comparación con otras personas, desata la maquinaria de la baja autoestima, colocándolas por debajo de las comparadas. La sensación de inferioridad se acrecienta gradualmente ante el entorno más cercano.

Todo este tipo de comportamientos presentes a lo largo de nuestra vida interfieren negativamente, moldeando nuestra experiencia personal con los demás, nuestro futuro profesional y, lo más importante, el amor por nosotros mismos, el motor esencial para desarrollar una vida emocional sana y positiva.