Hay que seguir unas normas básicas para evitar que el sistema digestivo e inmunológico inmaduro de los pequeños sufra con la introducción de nuevos alimentos. Por esta razón, debemos tener muy en cuenta cuándo vamos a organizar menús diferentes para nuestros hijos.

Alimentos semisólidos

Lo ideal es introducirlos entre los 4 y los 6 meses, ya que es cuando empieza a aceptar comida blanda administrada mediante una cuchara. Además de satisfacer sus requerimientos nutricionales en esta edad, también es buena para iniciarle en hábitos alimenticios saludables.

El orden en que se introducen es indiferente. Da igual si primero es la fruta o la carne, eso sí hay que hacerlo de manera paulatina para ver cómo reacciona el bebé ante la nueva alimentación. Sobre todo, hay que tener cuidado con aquellos que se relacionan con enfermedades atópicas y problemas digestivos como la leche de vaca, los huevos, los cereales con gluten, etc.

Cómo y cuándo darle cada alimento

-    Cereales con gluten, mejor entre los 8 ó 9 meses.

-    Frutas: mejor a partir del 5º mes, excepto melocotones y fresas que se deben dar a partir del año porque son potencialmente       alergénicos.

-    Carnes: se administra en cantidades progresivas.

-     Hortalizas y verduras: es mejor empezar con patatas y zanahorias y después el resto, aunque algunas como las espinacas,         las acelgas o remolacha no se deberían dar a probar antes de los ocho meses.

-    Pescados: su introducción se suele retrasar hasta los 9 meses o hasta las 12 si hay antecedentes de alergia alimentaria.

-    Huevos: la yema no deber darse antes de los 9 meses y la clara no hasta el año. Se administrará bien cocido y 2 ó 3 veces           por semana.

-    Legumbres: a partir de los 12 meses y en pequeñas cantidad, ya que la fibra que contiene en difícil de digerir hasta los 3              años.

-    Yogur: entre los 9 y los 12 meses y siempre mejor con leche adaptada.

-    Leche de vaca: es preferible retrasar su introducción hasta los dos años, ya que en muchas ocasiones su administración              temprana se suele asociar con anemia ferropénica, deshidratación en situaciones de riesgo y cambios en el perfil lipídico del      lactante.