El ser humano convive diariamente con distintas situaciones, acontecimientos, emociones, errores, aciertos, etc., que van conformando su propia experiencia en la vida. El perdón, ser perdonado y saber perdonar forma parte directa de las relaciones entre personas, siendo una parte importante para lograr el equilibrio emocional.

El efecto reparador del perdón no es comparable a otra emoción. Calma, relaja y mantiene equilibrados los niveles de autoestima y crecimiento personal; perdonar a los demás como a nosotros mismos produce unos efectos positivos en la salud emocional.

Las personas no somos perfectas, debemos aceptar las equivocaciones de los demás y la propias; comportarse bien con todo el mundo es algo imposible. En ocasiones hacemos daño y dependiendo de nuestro estado emocional, el daño que infringimos, en ocasiones es deliberado. El perdón no es un gesto fácil, dentro de esta acción emocional incurren numerosas sensaciones que dan origen a un perdón puro y real.

Saber perdonar va en paralelo a la sensación de bienestar. Cualquier perdón que arroje negatividad y frustración será un perdón estéril y amargo. Es muy frecuente sentir la necesidad de ser perdonados para reconducir una relación social, familiar... sin dar una mayor profundidad a los hechos.

El perdón exige un conocimiento propio de nuestras emociones y del entorno que nos rodea. Pedir perdón debe de ser una imagen transparente de lo que somos, una respuesta sincera ante las consecuencias de un hecho. Asimismo, perdonar a alguien constituye un ejercicio de coherencia sana, reflexión y sinceridad. 

El perdón debe darse sin prisas, dándonos el margen de tiempo justo para ser conscientes de lo que somos y lo que necesitamos para mejorar nuestra salud emocional. El aprendizaje en este proceso es el valor que iremos añadiendo a nuestra experiencia vital. Por ello es importante pedir perdón o perdonar con la mayor sinceridad y franqueza posible, pues nos ayudará en el futuro a solidificar nuestro desarrollo personal.

Es conveniente aceptar un perdón honesto y es recomendable perdonar de forma sincera para disfrutar de los efectos revitalizadores de esta emoción. El verdadero perdón genera tranquilidad, bienestar y confianza. Por el contrario, toda sensación amarga o negativa que fluya del perdón será indicativo de falsedad e incoherencia emocional.