Como consumidores, todos tenemos una serie de derechos que incluyen la devolución de un producto y el reembolso de su importe si no nos satisface. Pero ¿es así también con los videojuegos? ¿Qué pasa con los que se adquieren como descarga digital directa desde Internet?

Para responder a estas cuestiones, y aprovechando la feria Games World 2016 celebrada en Barcelona, Rafael Gómez-Lus (Experto Legal de Trusted Shops, compañía que otorga su sello de calidad a tiendas que cumplen con una serie de buenas prácticas) ha puesto los puntos sobre las íes de esta cuestión.

Cuando adquirimos un videojuego en soporte físico, como un disco DVD o Blu-ray, tenemos el derecho legal a devolverlo en un plazo máximo de 14 días y que nos reembolsen su importe siempre y cuando (y esto es muy importante), no haya sido desprecintado, es decir, que el envoltorio de plástico del juego no haya sido roto.

Esto nos lleva a que, antes de comprar un juego en formato físico, lo mejor es probarlo. Muchas tiendas de videojuegos tienen algunas videoconsolas con los últimos títulos lanzados al mercado para que sus clientes los prueben. Otra opción es la de recurrir al típico amigo que ya se lo ha comprado para disfrutarlo un rato y ver si cumple con nuestras expectativas.

En el caso de que estemos hablando de un juego o expansión adquirido online, desde junio de 2014 existe una directiva europea que nos permite reclamar la devolución de su importe, siempre y cuando no hayamos iniciado ya dicha descarga, en los 14 días siguientes a la adquisición.

De esta forma, podemos llevar a cabo la reserva de un juego que se venda online (algo que está muy de moda últimamente) en seguida que se encuentre disponible, pero sin descargarlo, y esperar unos días a que surjan las primeras opiniones, análisis y comentarios de quienes sí lo han descargado, para tomar la decisión de si seguir adelante o cancelar la compra.

¿Cual es nuestro consejo en caso de duda ante una petición de devolución del dinero no atendida por la tienda? Pues acudir a las autoridades, concretamente a la oficina del consumidor, ya que esta se hará cargo de nuestra reclamación actuando de mediadora y, si es el caso, facilitando el camino para que podamos presentar una denuncia si procede.