Y es que, si hacemos un sencillo cálculo matemático mezclado con un levemente osado ejercicio de predicción, es fácil llegar a esa conclusión.

El primer episodio de la serie se emitió el 13 de septiembre de 2001. Aquel primer capítulo estaba ambientado en el año 68. Desde nuestra relativamente cómoda situación revivíamos las dificultades y las restricciones de una época que a muchos ya les quedaba muy atrás, y que otros ni siquiera habían conocido.

Hoy, ya se han emitido 14 temporadas, en las que se han avanzado otros tantos años, pasando así de 1968 a 1982. En cambio, nuestra realidad ha retrocedido 14 años, desde aquel próspero 2001 hasta nuestro estilo de vida de hoy, más propio de 1987 que de la actualidad.

Si tanto la ficción como nuestra vida real siguen la misma línea de evolución, en tres años  “Cuéntame” estará en 1985 y la realidad de nuestra sociedad será propia de 1984, por lo que la serie habrá pasado de ser historia a ser futuro.

Quien ha seguido “Cuéntame” temporada tras temporada ha podido recordar, o aprender (dependiendo de la edad), lo que ocurrió, con más o menos exactitud histórica, desde los últimos años del franquismo. La serie nos ha enseñado cómo terminó una dictadura que tenía a un país anclado en el pasado, cómo se fueron derribando muros y rompiendo barreras en lo político y en lo social para sentar las bases de lo que sería el estado de bienestar español, consiguiendo logros en materia de educación, sanidad,  libertad de expresión, derechos laborales, etc.

Paralelamente, mientras "Cuéntame"  ha ido avanzando, nosotros hemos ido retrocediendo hasta perder gran parte de aquellos privilegios y derechos que tanto costó conseguir, hasta entrar en un panorama cada vez más oscuro y precario: más desempleo, salarios cada vez más bajos, deuda pública cada vez más alta, emigración de los jóvenes con más talento y formación, sanidad cada vez más deficiente, leyes que atentan contra la libertad de manifestación o ley del aborto propia de otro siglo, entre otros muchos ejemplos.

Los más jóvenes están haciendo un viaje involutivo, contrario al que hicieron sus padres: del más al menos, de tener todas las comodidades a conformarse con cubrir las necesidades básicas, de tener todo lo que quieren a tener solo lo que necesitan,de gozar de ayudas para perseguir sus sueños a soñar con alguna ayuda que les permita salir adelante.

Si seguimos retrocediendo a este ritmo, dentro de poco Carlitos y la familia Alcántara serán, no la evocación de un pasado difícil, sino la idealización de un futuro aceptable, porque dentro de poco no trabajaremos para vivir como en 2014, rezaremos para vivir como en 1985.