La hiperactividad es un trastorno en la conducta de los niños caracterizada por una gran actividad física unida a grandes episodios de falta de atención; aparece en los primeros meses de vida y va progresando en la edad infantil, desarrollando diferentes conductas dificultando su adaptación social.

Es importante no confundir los diferentes actos de rebeldía o indisciplina de los niños con episodios propios de la hiperactividad. La diferencia estriba en la continuidad en el tiempo de esta actitud, su progresivo aumento en la personalidad del niño/a siendo motivo principal de problemas en el ámbito social, personal y educativo del niño/a.

Los síntomas de la hiperactividad suelen medirse desde dos vertientes diferentes pero unidas entre sí: la actividad e impulsividad y la falta de atención:

Actividad /impulsividad. Desde los primeros meses de vida poseen graves dificultades para conciliar el sueño, siendo los periodos de actividad mucho más largos que los de inactividad. La inquietud es una de las características más definitorias de un niño/a hiperactivo: no para de moverse, le cuesta estar sentado o parado, se levanta sin razón, corre y salta en situaciones en las que no debería de hacerlo... presenta cuadros de excitación continua, habla muy rápido, interrumpe,...en definitiva, da la sensación que viven a una velocidad más alta que el resto de personas que les rodea.

Falta de atención. Desde este punto de vista, los síntomas son muy evidentes en el terreno educativo del niño/a: nos encontramos con niños/as que no atienden, continuamente distraídos, con grandes dificultades para concentrarse y organizarse, no son capaces de acabar las tareas,...poseen una actitud muy dispersa ante los deberes y obligaciones.

Posiblemente, la mayoría de los síntomas enumerados anteriormente responden a parte de la actitud de nuestros hijos, lo que no debe llevarnos a juicios erróneos. La hiperactividad es un trastorno que va ligado al crecimiento y desarrollo de los niños. Episodios aislados y falta de disciplina no deben confundirse con factores que definan una posible hiperactividad en nuestro hijo.

La mejor receta para salir de dudas es intentar conocer a nuestro hijo desde el primer momento, estar atentos a su forma de ser y de pensar para cuidar de su salud física y emocional. No obstante, ante cualquier duda, es recomendable acudir a un especialista que valorará profesionalmente la conducta de nuestros hijos.