Alimentos emocionales, ¿una recompensa?

Carmen Reija

Aunque no se le puede echar la culpa de todo a la dieta, a la ansiedad, al estrés o a la tristeza, sí es cierto que el estado de ánimo influye mucho en lo que nos apetece comer. Mientras a algunas personas la ansiedad les conduce a atiborrarse de comida (sobre todo de alimentos innecesarios o alimentos “premio”, hábito que se arrastra desde la infancia), otras apenas son capaces de tragar porque los nervios no se lo permiten. Una ilustrativa frase dice que sustituimos lo malo de nuestra vida por la comida y cuando sentimos deseos de matar, no suele ser el hambre.

10/02/2017

Cuando te sientes ansiosa, al igual que si te sometes a una dieta muy estricta, tus neurotransmisores cerebrales (serotonina, adrenalina, etc.) y tus niveles hormonales (insulina, glucocorticoides, etc.) se modifican, alterando tu estado normal. La ansiedad te provoca somatizaciones que te retroalimentan e incrementan esas alteraciones bioquímicas, descompensándote a nivel ...

Cuando te sientes ansiosa, al igual que si te sometes a una dieta muy estricta, tus neurotransmisores cerebrales (serotonina, adrenalina, etc.) y tus niveles hormonales (insulina, glucocorticoides, etc.) se modifican, alterando tu estado normal. La ansiedad te provoca somatizaciones que te retroalimentan e incrementan esas alteraciones bioquímicas, descompensándote a nivel cerebral. Además, las mujeres, por nuestra carga hormonal y vital, somos más susceptibles de incurrir en estas situaciones.

La hormona reguladora de la saciedad puede verse alterada por tu estado de ánimo provocando que sientas “hambre”, pero sobre todo te apetecerán ciertos alimentos que se pueden denominar “alimentos premio” porque es en ese estado cuando aparece de forma acuciante el anhelo de tomarlos. Algunos estudios científicos indican que necesitamos estos “alimentos emocionales” porque actúan como una recompensa inmediata, un premio que nos merecemos y conseguimos disfrutar a través de su sabor, color, olor, textura…

Aunque cada uno de nosotros tiene sus propios “caprichos”, los datos evidencian pautas de consumo similares cuando nos sentimos ansiosos o desanimados. Curiosamente, a cada persona le atrae siempre el mismo, lo que se relaciona no tanto con la necesidad nutricional, sino con las papilas gustativas del individuo y el placer que le produce consumir ese concreto alimento. Entre ellos podemos incluir:

-Alimentos dulces, como el chocolate, las galletas, los pasteles, el azúcar, los caramelos, las gominolas, etc. -Alimentos crujientes y salados, como patatas fritas, snacks, aperitivos, etc.

-Alimentos cremosos, como helados, batidos, salsas preparadas, etc. Su composición química y su metabolización en el organismo los transforma en sustancias con efectos especiales.

Los datos aportados por los especialistas señalan que:

-El azúcar aumenta la secreción de serotonina, neurotransmisor euforizante cuya carencia se asocia con depresiones y estados ansiosos.

-El café y las bebidas de cola contienen cafeína, estimulante del sistema nervioso.

-El chocolate, por su contenido en cacao, que contiene entre otras sustancias teobromina (aumenta las catecolaminas adrenales), anandamida (endocannabinoide) y triptófano (aminoácido) actúa como antidepresivo y ansiolítico.

-Los dulces, cuyo apetitoso aspecto relaja, modifican los niveles de glucocorticoides (hormonas asociadas al estrés).

-Las harinas refinadas, de efecto similar al azúcar.

-El queso contiene caseína, que al ser metabolizada en el organismo, favorece el sueño y reduce el estrés.

-Los snacks, por sus aditivos “adictivos” (benzoato, colorantes, etc.) ejercen un efecto relajante.

Piensa en ellos como un placer, aunque deba ser moderado para evitar engordar. Comer chocolate una o dos veces a la semana, si haces ejercicio y mantienes una dieta sana, no te va a afectar en la báscula; no comerlo puede provocarte frustración, lo que aumentará tu estado de ansiedad. Si tienes dudas consúltalo con tu médico.

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