La multinacional surcoreana Samsung, que no atraviesa precisamente su momento más dulce, ha querido presentar explicaciones a la prensa y al público sobre las causas técnicas de las explosiones de baterías en su smartphone Galaxy Note 7.

Recordemos que las primeras noticias sobre tales explosiones (que fueron casos aislados numéricamente escasos pero suficientemente significativos para que la empresa tomara cartas en el asunto) salieron a la luz poco después de la puesta a la venta del modelo en septiembre del año pasado.

Tras una primera ronda de cambios del terminal, que se podía cambiar por el mismo modelo con el problema -supuestamente- corregido, o por un Galaxy S7, fueron hechas públicas noticias de que, a los modelos nuevos, les pasaba lo mismo, es decir, en ciertas circunstancias, su batería se podía quemar, resultando ello en una pequeña explosión del dispositivo.

Ello llevó a Samsung a anular la producción del dispositivo y retirarlo del mercado, así como a iniciar una investigación exhaustiva sobre lo sucedido.

Cabe decir que los problemas sufridos por este modelo en concreto, el Galaxy Note 7, no han sido detectados en otros modelos de smartphone de la compañía, por la cual cosa, el problema no es extrapolable al resto de la gama de terminales de la multinacional surcoreana.

Tras varios meses de investigaciones, en los cuales se han simulado las condiciones de carga y descarga de los terminales, se ha llegado a la conclusión de que los incidentes fueron provocados por dos lotes de baterías defectuosas.

Ambos lotes sufrían una compresión o pinzamiento en la parte superior derecha de la batería debido a que no estaban preparadas para expandirse y comprimirse como debiera haber sido durante el proceso de carga y descarga, lo que llevaba a aproximar el ánodo del cátodo hasta el punto de sufrir un cortocircuito. Esto, a su vez, generaba la chispa que iniciaba el proceso de destrucción de la batería.

Algunas de estas baterías, además, no disponían de membranas de aislamiento entre las capas por errores ocurridos durante el proceso de fabricación debidos a las prisas, ya que la empresa que se encargó de su fabricación (externa a Samsung, al contrario que el primer lote) no daba abasto para cubrir toda la demanda.

Además de Samsung, en el proceso de análisis y elaboración del informe, han participado también las consultoras estadounidenses UL y Exponent, y la prestigiosa compañía de certificación alemana TÜV Rheinland.

Como medida para evitar que un problema similar se repita en el futuro, Samsung ha anunciado la introducción de medidas como la revisión de las baterías en ocho puntos, y múltiples capas de inspección para asegurar la calidad de sus productos.

Retrasa la presentación del Galaxy S8

Probablemente como muestra de precaución ante el público, Samsung ha anunciado que va a romper su larga tradición de presentar la nueva generación de su “buque insignia”, el Galaxy S (este año tocaría el S8) en el Mobile World Congress, que se celebrará en Barcelona a finales de febrero, retrasando dicha presentación a abril.

El anuncio no llega en un buen momento para Samsung, puesto que, además de estar pagando las consecuencias del problema con los Note 7 en el mercado (bajada de las ventas), la multinacional se ha visto salpicada por el escándalo político en su país de origen, con su vicepresidente acusado de haber pagado sobornos para conseguir ejecutar determinadas operaciones financieras.