Carmen Reija
Todas las situaciones relacionadas con la salud provocan una gran ansiedad, no sólo al que las padece, sino también a quienes le rodean. Todavía se hace más evidente cuando se trata de bebés o niños pequeños, pues no son capaces de describir lo que les pasa y quien está a su lado no alcanza a comprender la gravedad real del problema. Esta ansiedad provoca comportamientos irracionales. Somos incapaces de actuar con sensatez, de discernir si debemos acudir a urgencias o no, y, normalmente, optamos por hacerlo, colapsando el servicio. Entonces tendremos que esperar a que nos atiendan aumentando el nerviosismo.
Para niños sanos, sin enfermedades de base y estado general saludable, no debemos acudir a urgencias cuando: -el niño tiene tos y mocos -ha vomitado una o dos veces -sus deposiciones son blandas -tiene décimas de fiebre que desaparecen al tomar los antitérmicos indicados por su pediatra -está cansado y no tiene ganas de jugar -se ...
Para niños sanos, sin enfermedades de base y estado general saludable, no debemos acudir a urgencias cuando:
-el niño tiene tos y mocos
-ha vomitado una o dos veces
-sus deposiciones son blandas
-tiene décimas de fiebre que desaparecen al tomar los antitérmicos indicados por su pediatra
-está cansado y no tiene ganas de jugar
-se ha hecho una pequeña herida que se trata con antiséptico y un apósito
En cambio, sí está indicado acudir a urgencias cuando:
-ha sufrido un accidente, ya sea en casa, en la calle o en el colegio. Los traumatismos deben ser valorados por el médico que indicará las pautas a seguir, desde una radiografía hasta un TAC para determinar el alcance de las lesiones y la posterior inmovilización de la zona, aplicación de puntos en la herida o ingreso hospitalario para observar su evolución
-ha ingerido una sustancia tóxica (como lejía), sufre una alergia medicamentosa o una intoxicación alimentaria (por consumo de alimentos en mal estado) que pueden poner en peligro su vida
-presenta fiebre alta que no cede con el tratamiento habitual, aparecen convulsiones o vómitos y está muy postrado. Los menores de 6 meses deben ser valorados por el especialista de manera inmediata si se encuentran en esta situación, pues habitualmente deben ser ingresados en el centro hospitalario hasta el control del episodio
-problemas pulmonares que causan dificultad respiratoria o ruidos extraños y perfectamente audibles en el pecho. Los menores de 6 meses deben ser valorados inmediatamente para evitar complicaciones serias como la bronquiolitis, que precisan ingreso en el hospital
-dolores abdominales en forma de cólico. Si se ve afectada la zona inferior derecha del abdomen, con fiebre y vómitos puede tratarse de apendicitis y es urgente su diagnóstico y tratamiento
-decaimiento general con vómitos, inapetencia, imposibilidad de beber y orinar, pueden indicar una deshidratación que debe ser tratada rápidamente.
Son indicaciones generales referidas a niños sin patologías previas conocidas. Lo importante es seguir las indicaciones concretas del pediatra. Los menores de 6 meses que se encuentren en las situaciones descritas (incluso podríamos ampliarlo hasta 12) deben ser valorados de manera más urgente para controlarlos desde el primer momento. Los demás pueden esperar a ser vistos por su pediatra, conocedor de su historia clínica y capaz de discernir las situaciones que requieren acudir a urgencias.
Los padres (o en su caso abuelos, cuidadores, etc.) que se encuentren a su lado deben mantener la calma, pues su nerviosismo se transmitirá también al pequeño paciente empeorando la situación.
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