El contagio se produce por contacto directo, pues los piojos pasan de una cabeza infestada a otra sana. Para prevenir el contagio se recomienda:

- Revisar la cabeza de nuestros hijos con frecuencia, sobre todo detrás de las orejas, la nuca y el flequillo

- No compartir gorros, toallas o peines - Lavarse la cabeza al menos 3 veces a la semana

- Peinarse y limpiar los peines y cepillos utilizados adecuadamente (hervirlos a 55º durante 5-10 minutos o introducirlos 30 minutos en solución pediculicida)

- Desinfectar debidamente los artículos que han estado en contacto con el piojo como sábanas, toallas, juguetes de trapo, alfombras, etc.

- Controlar a los familiares que conviven con los niños parasitados

- Evitar que el niño infestado acuda al colegio para que no contagie a los demás

- Informar de su presencia en el centro de estudios (guardería o colegio)

Los pediculicidas contienen sustancias tóxicas para los piojos que, correctamente aplicados, los eliminan. Su forma de presentación es variada: lociones, champús, espumas, sprays, etc., que se utilizan también combinados entre sí. Deben ser aplicados siguiendo las pautas prescritas:

- Extender sobre el cabello seco (salvo el champú, que se usa como cualquier otro, evitando que toque los ojos)

- Respetar el tiempo y condiciones de aplicación de cada pediculicida

- Realizar un buen aclarado (se puede usar agua mezclada con vinagre en proporciones 2 a 1)

- Utilizar un peine fino para eliminar liendres y piojos muertos tras la aplicación

- Higienizar los objetos usados en el proceso

- Repetir el tratamiento según consejo sanitario

- Vigilar durante las semanas siguientes para evitar reinfestaciones

Constituye un error asociar la presencia de piojos con la falta de higiene, resultando desacertado estigmatizar al niño que los padezca; al contrario, debe lograrse su colaboración con objeto de eliminarlos. Los niños que no hayan sido infestados no se deben tratar, sino simplemente comprobar que no se contagien. Como no se puede prevenir su aparición, es innecesario, incluso contraproducente, aplicar los tratamientos profilácticamente, pues aparecerán resistencias. La elección debe dejarse en manos de los profesionales, ya que, en función de la edad y el estado del niño, resultará más apropiado usar uno u otro. Para niños de 2 meses a 2 años es preferible sacarlos mecánicamente (con el peine) y, de no eliminarlos, usar Permetrina al 1%; los niños entre 2 y 6 años usarán lo anterior o Malathion bajo control médico; y los niños mayores de 6 años también, pero sin necesidad de control médico.