La frecuencia de aparición en niños es de un 4%, siendo variadas las causas: enfermedades oculares o sistémicas, traumatismos, diferentes síndromes, problemas congénitos y malformaciones, defectos en la refracción, etc. Aunque es normal que en los primeros meses de vida se aprecien uno o ambos ojos desalineados, debido a que ...
La frecuencia de aparición en niños es de un 4%, siendo variadas las causas: enfermedades oculares o sistémicas, traumatismos, diferentes síndromes, problemas congénitos y malformaciones, defectos en la refracción, etc. Aunque es normal que en los primeros meses de vida se aprecien uno o ambos ojos desalineados, debido a que la maduración de la visión todavía no se ha completado, si con el paso del tiempo no mejora, el pediatra podrá indicar la consulta con un especialista.
Los síntomas apreciables serían: ojos que parecen bizcos y no se alinean en la misma dirección, movimientos oculares sin coordinación, visión doble (diplopia) referida por el niño y pérdida de profundidad por falta o baja visión en uno de los ojos (observable cuando le tapamos uno de ellos con nuestra mano y hacemos que siga un objeto con el otro). El especialista realizará pruebas para valorar la situación, lo que incluye la realización de una anamnesis, el examen externo de los ojos a través de unos prismas de colores, el estudio de la agudeza visual, análisis de la retina e incluso un examen neurológico.
Lo más conveniente sería detectarlo a edad temprana para evitar problemas en el futuro (como el denominado "ojo vago") y porque el tratamiento será más efectivo en los primeros años de vida (siempre antes de los 7 años y con preferencia antes de los 4). Éste dependerá de la situación detectada, orientándose a evitar la ambliopía, enderezar los ojos, restaurar la visión binocular y mejorar la percepción de profundidad.
Se puede comenzar por adaptar una gafa (si se presenta algún defecto refractivo como una hipermetropía) para lograr una buena agudeza visual y tapar con un parche el ojo sano para que el otro desarrolle una visión normal. Otra opción es el uso de un parche que ocluya el ojo sano sin adaptar innecesariamente la gafa. También se puede recurrir a la realización de ejercicios oculares orientados a fortalecer y facilitar el movimiento de los músculos encargados de la visión (entrenamiento visual).
En un momento posterior suele realizarse una cirugía aplicada al ojo desviado, al que funciona bien o a ambos. En esta operación se intenta fortalecer y/o debilitar los músculos implicados seccionando una pequeña fracción; suele ser necesario repetir la intervención, no presentando problemas secundarios salvo los asociados a cualquier otra cirugía que implique una anestesia.
Acude a un especialista (especialmente oftalmólogo y óptico) y consulta tus dudas. Son profesionales especializados en la detección de las patologías oculares y pueden indicarte los pasos a seguir. Confía en su experiencia y sigue sus pautas. ¡No te arrepentirás!
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