La verdad es que yo no lo he leído, así que, si se me permite el atrevimiento, voy a opinar en base a los muchos comentarios que he ido esuchando sobre él en los útimos meses, es decir “al bulto”.

Con lo que he oído de aquí y de allá, he llegado a la conclusión de que esta novela tiene como protagonista a un tipo más irreal que Clarck Kent, quien por lo menos tenía el defecto de ir hecho un “pintas” con el traje de la capa y los calzoncillos. Christian Grey, el hombre de 50 Sombras de Grey, o simplemente El Hombre, es completamente perfecto: rico, educado, sofisticado, elegante, atractivo y, como no, un amante sobresaliente.

Las mujeres que han leído el libro creen que hasta la fecha no han buscado bien porque no han encontrado un tipo com él, cuando la realidad es que el problema no es dónde o cómo han buscado, sino que ese tipo de hombre no existe.....y si existe, ya lo ha pillado otra.

Los hombres que han leído el libro, o mejor dicho, cuya hermana, prima o amiga lo han hecho (no encontraréis ningún hombre que reconozca haberlo leído) creen que, en algunos casos con un poco de trabajo, en otros con un poco de suerte, y en la mayoría con un milagro, pueden llegar a ser como el tal Grey...obviamente no es posible, así que quien esté pensando intentarlo debería saber que puede que lo único que consiga sea unas cuantas horas perdidas en el gimnasio para bajar unos gramos de barriga y una lesión muscular intentando alguna  postura extraña.

El caso es que, si hacemos caso a los comentarios cosechados por la novela entre la crítica, parece ser que la obra es un fanfiction muy próximo a Crepúsculo, con una calidad literaria que se sostiene con pinzas.

No obstante, lo llamativo de 50 Sombras de Grey no parece ser cómo está escrita, sino cómo ha conseguido enganchar al público femenino - 31 millones de copias vendidas en todo el mundo-, lo cual no deja de ser un éxito.

A partir de aquí, podemos asumir esta obra  como una historia, no erótica, no romántica, sino de ciencia ficción. De esta forma las mujeres no aspirarán a tener lo que no existe, y los hombre no pretenderán ser lo que no pueden.

O podemos  tomarnos este libro como una historia “real”, como un relato de una posible relación entre un hombre y una mujer, y podemos creernos que Christina Grey existe. Si es así, tal vez me ponga a escribir la biogafía del Ratoncito Pérez, un ratón que te deja regalitos debajo de la almohada, seguro que es un éxito.