¡Presta atención a lo que te digo!

Eduardo Hernández

Aprender a centrarnos en nuestra realidad diaria nos ayuda a conseguir un mayor equilibrio en nuestras vidas.

28/03/2014

En una vida con un ritmo tan acelerado como el que tenemos, en ocasiones resulta difícil parar a respirar tranquilamente. Nos vemos envueltos en rutinas que nos absorben y no nos permiten mirar más allá. Como en la conocida frase, a menudo pensamos: paren el mundo que yo me bajo ...

En una vida con un ritmo tan acelerado como el que tenemos, en ocasiones resulta difícil parar a respirar tranquilamente. Nos vemos envueltos en rutinas que nos absorben y no nos permiten mirar más allá. Como en la conocida frase, a menudo pensamos: paren el mundo que yo me bajo aquí.

Otras veces, sin embargo, aunque nuestra vida no esté sobrecargada con actividades u obligaciones, nos da la sensación de que lo que nos rodea no está bien definido; como si nos moviéramos en un entorno de neblina emocional, que no nos permitiera ver con claridad lo que está pasando.

En general, todo se basa en lo mismo: nos falta atención. Pero no una atención como la que nos pedían en el colegio cuando nos sorprendían pensando en cosas más placenteras que las matemáticas, sino a una atención más profunda. Y es que si queremos tener una vida equilibrada, necesitamos desarrollar toda nuestra atención.

Cuando en algunas culturas o religiones hablan del Karma, establecen una relación directa con lo que implica la atención en nuestras vidas. El karma, explicado de manera muy general, consiste en la acumulación de una energía generada por experiencias vitales, entendida como una energía en general negativa, que en futuras vidas nos vuelve como si fuera una cuenta que habíamos dejado a deber. Todo según el principio de causa y efecto.

Creamos o no en estos aspectos, es innegable que todo lo que hagamos condicionará nuestra vida; y aquí es donde hay que centrarse en la importancia de nuestra atención. No podemos permitirnos tener una realidad que no controlemos, que se nos escape de las manos. Debemos tomar las riendas de nuestra vida; de todo lo que aparece en ella, sea grande o pequeño, importante o no. Y la mejor manera de hacerlo es prestando nuestra máxima atención.

Cuando prestas atención a tu realidad, empiezas a ser consciente de lo que eres y de lo que tienes. Estás creando un conocimiento profundo de tu Ser. Empiezas a dejar de ser un juguete en manos de la rutina o de otras personas, para empezar a ser el dueño de tu realidad. Como si de un trabajo minucioso se tratase, empieza a centrarte en cada cosa que haces, envuelto en un presente eterno en el que no importa nada más que lo que estás haciendo en ese momento. Si, por ejemplo, estás en una reunión de trabajo, o comprando en el supermercado, o tomando un café con amigos… pon atención a esa experiencia; y ponla como si te fuera la vida en ello, porque en realidad es así, aunque no lo creamos. Cada acción tiene un efecto, que genera a su vez una causa y así consecutivamente. Por lo tanto, aquél que es consciente de su presente, de cada una de las acciones que realiza, es el que tiene el control de su vida, quien ha aprendido a no generar karma, y por lo tanto, a tener una vida equilibrada y feliz. 

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