¿Yo, la otra? No, gracias

Patricia Crespo

“No soy yo quien tiene que rendir cuentas a nadie, soy libre. Él es quien tiene pareja”. Si en algún momento han salido de tu boca estas palabras, sabrás lo que es firmar tu propia sentencia de muerte. 

03/04/2014

Puede que cuando le conocieras no supieras que tenía novia. O puede que la existencia de otra mujer no fuera un inconveniente para ti, que en ese momento no querías compromiso. Incluso puede que, aunque lo supieras desde el principio, en ese momento decidieras que te daba igual porque él ...

Puede que cuando le conocieras no supieras que tenía novia. O puede que la existencia de otra mujer no fuera un inconveniente para ti, que en ese momento no querías compromiso. Incluso puede que, aunque lo supieras desde el principio, en ese momento decidieras que te daba igual porque él te encantaba. Las cosas como son: en el amor y en la guerra todo vale y, por desgracia,  muchas veces la emoción del momento nos impide identificar qué debemos hacer y analizar fríamente las consecuencias que acarrearán nuestros actos. Más aún en lo que a asuntos del corazón se refiere.

Cierto es que el papel de amante puede resultar divertido y muy excitante. Sobre todo al principio, cuando todo es juego, sexo, seducción –y en el mejor de los casos, pasión, que no siempre es como en Hollywood-. Paradójicamente, a veces ser la otra , además, sube la autoestima. Y me refiero a cuando el “pobrecito” pone en peligro su relación de pareja quedando a escondidas contigo. “¿Y si le pillan? Eso es que le importo, seguro”. No, no y no ¡No te confundas! Ser la otra no te convierte en mejor y tiene de todo menos lados positivos.

Tampoco intentes convencerte de que ser la amante tiene sus ventajas pensando que no habiendo compromiso todo es más sencillo. A lo mejor cuela al principio, pero como te enredes más de la cuenta, estarás perdida. Con una probabilidad del 90% terminarás enamorándote de él. Es cuestión de ciencia. Y  nada es imposible, pero lo normal (o al menos lo más habitual en estos casos) es que él vuelva a casa, como si nada, con su pareja y tú salgas perdiendo, no tanto por perder a alguien que es capaz de engañar a su pareja (si le ha sido infiel a ella, a la que se supone que quiere, ¿quién te dice que no te lo haría a ti también?), sino porque antes o después terminarás descubriendo que has apostado por el caballo perdedor y, aunque no sea cosa tuya rendir cuentas a nadie, en algún momento, de repente, te pondrás en la piel de ella y no te sentirás nada orgullosa de lo que has hecho. Pero es que para el otro 10% es todavía más duro. A ellas les esperan los “te prometo que, cuando vea el momento, la dejaré para irme contigo. Solo necesito tiempo”. En ese momento, no solo engaña a su mujer. Ahora también les engañan a ellas.

Por eso ríe, llora, ama, vive. Quiérete y quiere a los demás, pero recuerda que no puedes dejar de ser tú porque tengas miedo. Hay muchos hombres esperando ahí fuera. Hombres que te merezcan y que te puedan hacer feliz. Y si estás siendo la otra, deja de serlo. Todas nos merecemos ser “la única”. No te deprimas porque una de las cosas buenas que tiene el ser humano es que, aunque tropiece varias veces con la misma piedra, su capacidad de aprendizaje es infinita y puede hacer de cada fracaso una gran lección. Solo es cuestión de tiempo.

Para que la relación de pareja mejore con los años
Qué es el skin dieting del que todo el mundo habla
¿Cómo funciona el cerebro cuando nos `enamoramos´?

Cookie Consent

This website uses cookies or similar technologies, to enhance your browsing experience and provide personalized recommendations. By continuing to use our website, you agree to our Privacy Policy

Nuestros Podcasts

¿Quieres escuchar nuestros podcast ? Únete a nuestra comunidad y sumérgete en un mundo de inspiración y empoderamiento para la mujer moderna.

Las últimas tendencias en salud, maternidad, viajes, cultura y feminismo en nuestra revista.

Acceso a noticias y newsletters exclusivas

Descarga de materiales únicos, como webinars, podcasts o vídeos

¿Te lo vas a perder?

Acceder