Elena González Vegas
"Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo". Este es el dicho que más se acerca al ideal de distribución de las cantidades y aporte energético de nuestras comidas.
El desayuno es la comida más importante del día porque aporta fuerza y vitalidad para afrontar la jornada. Cuando el desayuno es completo y saludable, el resto de las comidas suelen ser más equilibradas. Pero si no se ha desayunado bien, es más probable que al llegar a casa devoremos lo ...
El desayuno es la comida más importante del día porque aporta fuerza y vitalidad para afrontar la jornada. Cuando el desayuno es completo y saludable, el resto de las comidas suelen ser más equilibradas. Pero si no se ha desayunado bien, es más probable que al llegar a casa devoremos lo que hay en la nevera.
Es cierto que muchas veces por las mañanas no tenemos apetito, por eso muchas personas se saltan esta comida fundamental o comen algo a media mañana.
¿Qué ocurre cuando nos saltamos el desayuno?
Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa que produce el ayuno.
A primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. Cuando dormimos el metabolismo realiza funciones vitales tales como liberar hormonas o regenerar tejidos. Todas estas funciones metabólicas implican un gasto energético. Por eso, al despertar es necesario desayunar para reponer las calorías que se han usado por la noche.
¿Cómo es un desayuno equilibrado?
El desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo del día. Para que sea equilibrado, se deben incluir los siguientes grupos de alimentos:
Lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón...): Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente riboflavina o B2).
Frutas: Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.
Cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas...): Proporcionan hidratos de carbono que aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.
Derivados cárnicos: Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o pavo) o embutidos. Contienen proteínas de calidad y cantidades variables de grasa con función energética.
Así que ya sabes, lo que comas en el desayuno es de gran importancia, ya que condicionará tu sensaciones de hambre, cansancio, estrés o ansiedad a medida que avanza el día.
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