Marrakech es una de las ciudades más importantes de Marruecos y uno de los principales centros turísticos del país. Situada al sur, entre el desierto del Sahara y el monte Atlas, es una de las cuatro ciudades imperiales marroquíes (junto a Fez, Rabat y Mequinez).

Marrakech es habitualmente denominada como “la ciudad roja”, debido al color típico de sus edificios, construidos con un tipo de piedra local de tono rojizo. Fundada en el siglo XI por su estratégica ubicación militar y comercial, el centro histórico de esta ciudad marroquí está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La zona más interesante de la ciudad es la Medina o parte vieja, rodeada de impresionantes murallas de tierra roja, un entramado de callejuelas, zocos y mezquitas en el que perderse es un verdadero placer. Un lugar muy especial es sin duda la plaza de Djemaa el Fna, que al atardecer se llena de músicos, cuentacuentos y saltimbanquis, además de variados puestos de comida y bebida, convirtiéndose en un verdadero espacio de ocio al aire libre donde se puede cenar y disfrutar del ambiente.

Los monumentos imprescindibles que hay que visitar en la Medina de Marrakech son la Mezquita de Ben Youssef, el Palacio de Bahía y las tumbas Saadíes, aparte de los variados jardines y museos. Fuera de las murallas se desarrolla la llamada Ciudad Nueva, construida durante los años de dominación francesa y con edificios de estilo colonial. Más allá destacan otras zonas nuevas de la ciudad como el barrio del Palmeral, un oasis residencial con hoteles de lujo. El antiguo Barrio Judío de Melleh merece una reseña especial, donde visitar la sinagoga y el cementerio.

En Marrakech se encuentra el suk o mercado más grande del país. Los suks son mercados tradicionales al aire libre, lugares laberínticos, rebosantes de tradición y exotismo, que sin duda ningún turista debe perderse. Aquí podrás comprar alfombras, babuchas, especias, joyas y todo tipo de recuerdos.

El potencial turístico de Marrakech se ha desarrollado en los últimos años, por lo que la oferta de alojamientos es variada y de calidad. Pero para vivir una auténtica experiencia marroquí, lo más recomendable es alojarse en un riad, pequeños hoteles tradicionales situados en casas de la Medina, donde las habitaciones se reparten alrededor de un patio central, a veces con piscina.

Disfrutar de la gastronomía de Marrakech comienza por tomar un té y unos dulces de almendra y dátiles, disponibles en cientos de cafeterías y tiendas.  En los restaurantes marroquíes podrás saborear algunos de los platos más tradicionales, como el cuscús y los tajines. Para salir de noche la mejor zona es el barrio de Guéliz, situado en la Ciudad Nueva. Aunque no tan pintoresco como la Medina, aquí se reúne lo más animado y cosmopolita de Marrakech, con hoteles internacionales, tiendas y restaurantes.