Este método culinario tiene como finalidad rejuvenecer cuerpo y alma y preservar la estabilidad psicofísica basándose en el principio del Ying y el Yang, términos antagonistas pero inseparables y que deben complementarse para alcanzar el equilibrio. Así, el Ying representa el frío, la oscuridad, el invierno y el agua; el Yang se refiere al calor, el fuego, la luz y el verano.

A nivel químico, el Ying sería el sodio y el Yang el potasio, siendo necesarios 5 Ying por cada Yang para equilibrar el contenido de estos minerales en nuestro organismo. Propugnan que una buena alimentación debe respetar esta proporción para ser bien asimilada por el cuerpo. Para poder entenderlo se clasifican los alimentos en función de su cantidad de sodio y potasio para establecer menús que se ajusten lo más posible a la proporción buscada de 5 a 1. Además, se pueden seguir diferentes procesos culinarios (cocción, maceración, etc.) para lograr mejorar esas proporciones.

En la filosofía macrobiótica la base de la alimentación son los cereales debido a que su equilibrio Ying-Yang es el que más se aproxima al de nuestro organismo, siendo preferible que se consuman en forma de granos integrales. También son muy interesantes las algas marinas (por su alto contenido en vitaminas, minerales y proteínas), las ciruelas y el té verde.

En función del predominio del Ying o el Yang, los alimentos se clasifican en:

-Con predominio de Ying: frutas, verduras de hoja, tofú, zumos de frutas, mermelada sin azúcar y malta, entre otros.

-Con predominio de Yang: cereales integrales, pasta, harina, verduras de raíz, pescado, marisco, queso fresco, legumbres, sal, yogur, y miso, entre otros.

-Con exceso de Ying: azúcar, dulces, especias, alcohol, té y café.

-Con exceso de Yang: carne, aves y huevos.

Quienes siguen una dieta macrobiótica evitan el consumo de carnes rojas, lácteos, azúcares, tomates, berenjenas, patatas, frutas tropicales, condimentos, alimentos refinados, alimentos cultivados con abonos químicos y los que contengan conservantes y colorantes.

Los puntos clave serían:

-Moderar el consumo de alcohol y tabaco.

-Comer en ambientes agradables para sentirse a gusto y disfrutar de la comida.

-Añadir sal marina a los alimentos. ¡Cuidado los hipertensos!

-Masticar mucho la comida para favorecer el proceso de digestión y saciarte con rapidez.

-Beber poca cantidad de líquidos.

-Consumir cereales integrales, mejor en granos enteros, que estén poco refinados y sin azúcares añadidos.

-Utilizar miso, algas marinas y demás componentes de la alimentación japonesa.

-Cocinar buscando la “yanguización” de los alimentos. Esta extraña palabra se refiere a los diferentes procedimientos culinarios a los que se someten los alimentos (cocción, maceración, etc.)

-Por lo general, los alimentos Yang pertenecen al reino animal y los Ying, al vegetal.

Desde el punto de vista sanitario, este tipo de alimentación plantea ciertos problemas que deben ser tenidos en cuenta. Los expertos en nutrición occidentales coinciden en que seguirla fielmente puede dar lugar a deficiencias nutricionales importantes como la anemia, el escorbuto o la hipocalcemia e incluso provocar serios daños a nivel renal porque propugnan una ingesta de líquidos muy baja.

Antes de empezar una dieta de este tipo debes consultar a un especialista en nutrición para que haga un estudio inicial de tu estado de salud y pueda hacer un seguimiento de la evolución del mismo a lo largo del tiempo. Consulta cualquier duda con tu médico y no empieces ninguna dieta sin su consentimiento.