La infidelidad, ¿cuestión de testosterona o de deslealtad?

Mirian Díaz

¿Perdonarías una infidelidad? En caso de no hacerlo, ¿echarías a perder la mejor relación que has tenido en tu vida? ¿Bajo qué enfoque o punto de vista deberías analizar la situación para tomar la decisión más acertada?

11/04/2014

Ser fiel o infiel, he ahí la cuestión, y ésta, bajo el prisma de nuestra sociedad actual, es cuestión de deslealtad, aunque debes saber que no todo el mundo estaría de acuerdo en romper una relación cuyo recorrido ha sido satisfactorio. Algunas personas expertas en medicina, concretamente en la rama de ...

Ser fiel o infiel, he ahí la cuestión, y ésta, bajo el prisma de nuestra sociedad actual, es cuestión de deslealtad, aunque debes saber que no todo el mundo estaría de acuerdo en romper una relación cuyo recorrido ha sido satisfactorio.

Algunas personas expertas en medicina, concretamente en la rama de la neuropsicología, establecen que tan solo somos seres humanos y que nuestra condición nos lleva a ser capitaneados por las partículas y hormonas alborotadas de nuestro cuerpo, mientras que los sociólogos aseveran que la infidelidad se basa en el origen de la humanidad y, por tanto, en la supervivencia de la especie.   

Perdonar una infidelidad, ¿cuestión de sangre fría?

Con los seres humanos sucede igual que con algunas especies de ave capaces de tener su pareja monógama y copular alternativamente con otros pájaros cada vez que éstos se encuentran fuera del nido. Hoy día, muchas familias se han roto al descubrir que el cabeza de familia en realidad no era el padre biológico. Y no digamos cuando nuestro ego queda mancillado en público. Perdonar una infidelidad que ha sido difundida resulta algo impensable, y si no que se lo digan a Bill Clinton que dejó conmocionado al pueblo estadounidense tras sus juegos amorosos con Mónica Lewinsky, en el propio escritorio del despacho oval. Por tanto, en ocasiones la fidelidad constituye una concepción teórica más que práctica

La raza humana proviene del homo sapiens que, al igual que sucede en el caso de los chimpancés, era una especie promiscua, y tal es su influencia en nuestros días, que unos días antes de la menstruación, la testosterona en la mujer aumenta, al igual que lo hace en los hombres cuando por ejemplo firman su sentencia de divorcio. Todo lo contrario a lo que sucede durante el embarazo de la mujer, pues, en este caso, los hombres segregan una hormona afectuosa llamada oxitocina con la que se crea un vínculo mucho mayor.  

Lo que está claro es que nuestra naturaleza es impulsiva e irrefrenable y que la fidelidad va en contra de ella. Sin embargo, el ser humano es algo más que células y secreciones internas; es cerebro y es corazón. No hay nada reprochable en las conductas poliamorosas ni en la promiscuidad consentida, lo que sí resulta del todo censurable son las infamias y los desprecios hacia tu pareja fiel.

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