Las estrategias para mantener el autocontrol pueden agruparse en:

1. Creer en la decisión

Fortalecer la creencia de que la decisión adoptada es la más conveniente. Efectuar un razonamiento adecuado para conseguir argumentos que confirmen la validez de la decisión. La plena convicción de que la respuesta elegida es la más apropiada impulsa la intención de llevarla a cabo, pues elimina o disminuye las dudas sobre ella.

Tomamos las decisiones con dos sistemas de razonamiento:

-el explícito, que es lento, lógico, calculador y consciente.

-el implícito, que es intuitivo, rápido, automático, frecuente, emocional, estereotipado y subconsciente (típico de las personas impulsivas o vehementes)

La mayoría de nuestras decisiones diarias siguen el sistema implícito, que tiene mayor probabilidad de cometer errores. Cuando interviene el sistema explícito, en el que invertimos mayor esfuerzo cognitivo, las probabilidades de tomar la decisión correcta son mayores.

2. Motivación

Obtener la energía suficiente para el impulso hacia la acción es fundamental. Debemos centrar la atención en los beneficios que obtendremos si la ejecutamos, que actúan como eje de la motivación, proyectándolos de forma reiterada en nuestra mente hasta que se eliminen las reticencias a iniciar la acción decidida

Si deseamos hacer un viaje pero la pereza para organizarlo es un obstáculo, habrá que insistirse mentalmente en los aspectos ilusionantes que nos impulsaron a pensar en el viaje y obviar la sensación de pereza que nos causa.

3. Usar las autoinstrucciones

Las autoverbalizaciones o autoinstrucciones son un sistema de "hablarse a sí mismo" para darse unas pautas de conducta, favoreciendo la interiorización de los procesos mentales.

Cuando aparece un pensamiento tentador hacia algo apetecible y que implica hacer algo que no deberíamos o no hacer lo que debemos, es fundamental aprender a decirnos: "debo hacer lo que he decidido porque es lo correcto y es bueno para mí, así que: adelante, no debo volverme atrás", o bien: "alto, no debo hacerlo, no es correcto".

Estas instrucciones consisten en un ejercicio de autocontrol y deben repetirse cada vez que estemos ante estas situaciones, y con el tiempo, se convertirán en un hábito o patrón de conducta que actuará de forma espontánea e inconsciente.

También puede hacerse un entrenamiento sobre la conducta, para favorecer las adecuadas y eliminar las que no lo son. Se realiza con pequeños retos (no comer chocolate o no fumar después de comer) y, paulatinamente, aumentar el nivel a superar.

4. Practicar la concentración

Es un entrenamiento para ayudarnos a controlar y focalizar la atención. Un ejemplo puede ser mantener la atención en una imagen mental agradable y evitar las distracciones durante un tiempo cada vez mayor. Esta práctica hace que aumente la focalización de nuestra mente en el estado mental con el que controlamos nuestra voluntad.

La meditación ha demostrado ser una de las maneras más eficaces de aumentar la fuerza de voluntad. La investigación indica que tres horas de meditación aumentan el autocontrol y la capacidad de concentrarse y parece que mejoran las conexiones neuronales entre las áreas responsables del autocontrol.