A Chantal Akerman (Bruselas, 1950-París, 2015) le marcó la historia de su madre, Natalia, una polaca judía que sobrevivió en su adolescencia a Auschwitz. El dolor de su progenitora lo arrastró durante toda su vida la pionera del cine feminista, y de él se hizo eco tanto en buena parte de su filmografía como en su magnífico monólogo Una familia en Bruselas. Escrita en 1998, la editorial Sol Salama acaba de publicar la obra en España.

Considerada una de las mentes más grandes del cine europeo, la cineasta belga fue un icono del experimentalismo cuyo trabajo sigue influyendo en los grandes directores de hoy. Akerman respiró cine desde muy joven. Después de entrar a hurtadillas a ver Pierrot le fou (1965) de Jean-Luc Godard, en el cine, la niña de 15 años se autoimpuso la meta vital de convertirse en directora. En pos de ese sueño, se matriculó en la escuela de cine l´INSAS de Bruselas a los 18 años, pero la abandonó tres meses después mientras realizaba su primera película, Saute ma ville (1968).

Pinitos en Nueva York

En ese momento no sucedía nada particularmente artístico en la escena cinematográfica belga, por lo que Akerman fue en busca de pastos más fértiles en Nueva York, la ciudad donde los sueños se hacen realidad.

Impresionada por los trabajos experimentales de Stan Brakhage y Michael Snow, entre otros, Akerman también se fue por el camino menos transitado. La Chambre (1972), la primera película que hizo mientras estaba en la ciudad de los rascalcielos consta completamente de una toma: una panorámica de diez minutos de una sola habitación abarrotada, con la cámara girando alrededor de su propio eje varias veces. Un estudio absorbente de lo cotidiano y de la soledad, La Chambre ya contiene los temas de su obra más influyente por venir: Jeanne Dielman.

1973 marca el regreso de Akerman a su país natal. Recibirá elogios de la crítica por Je, tu, il, elle (1974), su primer largometraje y su trabajo más audaz sexualmente. En él, una mujer sexualmente liberada (interpretada por la propia Akerman) escapa del encarcelamiento autoimpuesto para tener un encuentro sexual aleatorio con un conductor de camión, primero, y luego con una mujer que probablemente sea una ex novia.

La cima a los 25 años

Sin embargo, es la película que sigue la que catapultará a Akerman a la fama internacional con solo 25 años. Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) es una obra maestra reconocida que influirá en las generaciones venideras de cineastas. Durante más de tres horas seguidas, vemos a Jeanne realizando tareas domésticas en tiempo real y ocasionalmente alquilando su cuerpo en encuentros sexuales mediocres con hombres extraños para mantenerse económicamente a flote.

Si Je, tu, il, elle fue percibida como una obra feminista, Jeanne Dielman la superó con creces, siendo aclamada como la primera película en representar lo que realmente era ser una mujer en los años setenta, y en abordar el tema de identidad femenina.

Ese año y los siguientes, Akerman se convirtió en una presencia estimada en la escena internacional, y aunque nunca tuvo la intención de situarse políticamente, en un ejemplo luminoso para las mujeres y los cineastas LGTBI+ (Akerman era lesbiana) de todo el mundo.