El champán es un tipo de vino espumoso preparado, normalmente, siguiendo el método francés de la Champaña de donde toma su nombre, aunque ya era conocido por los romanos. Su proceso de elaboración se ha extendido a varios países en los que se obtienen productos de alta calidad. Habitualmente es blanco, aunque el rosado también está bien considerado.

Se elabora en dos fases de fermentación consecutivas. La primera en cuba y la segunda en botella. Se añaden levaduras y azúcar para mejorar el proceso y conseguir una buena burbuja, que caracteriza al producto. El ingrediente primordial es el tipo de uva, que suele ser una mezcla de varias especies con características organolépticas adecuadas. También es importante elegir una buena botella y un corcho natural adecuado.

La cantidad de azúcar añadido a la mezcla proporciona una clasificación útil para el consumidor. Se denominan: brut nature, extra brut, brut, extra sec, sec, semi sec y dulce, que es el más muy azucarado.

El cava es un vino espumoso elaborado de manera similar pero con su propia denominación de origen y consejo regulador. Es menos ácido que el champán. Las uvas que se utilizan son locales, aunque se pueden usar otras y combinarlas. Según el tiempo de crianza, podemos hablar de: joven (9 a 15 meses), reserva (15 a 30 meses) y gran reserva (más de 30 meses).

En las escalas de reconocimiento elaboradas por los expertos, el francés suele ser el primero en el escalafón. Los cavas catalanes cada vez son más valorados.

No es necesario consumirlos en el año de elaboración, pues pueden desarrollar nuevos aromas con el paso del tiempo que lo harán aún más sabroso. Debe mantenerse en buen estado de conservación para evitar que se estropee y tampoco son todos los que pueden superar el paso del tiempo.

A pesar de las ideas preconcebidas, combina mal con los dulces y mejor con alimentos salados, pudiendo acompañar a varios platos (pescados, carnes, quesos, embutidos o marisco, entre otros).

El mejor momento para disfrutarlo es el aperitivo, usando una copa alta. Si decides consumirlo durante toda la comida es mejor emplear la copa de vino blanco. Evita beberlo tras una comida copiosa mezclado con el azúcar del postre porque tu digestión puede verse negativamente afectada.

Para percibir todas sus propiedades es mejor beberlo frío. Utiliza una cubitera o un enfriador para que no se caliente a lo largo de la comida. No se recomienda congelarlo, porque perdería aroma y sabor.

Para abrirlo controlando el ruido típico que acompaña a esta bebida, gira la botella tres veces en posición vertical introduciendo tu dedo en el hueco del fondo. Así conseguirás que el tapón no salga con tanta fuerza porque las burbujas se habrán acomodado adecuadamente.