Ser demasiado impulsivo no tiene por qué ser algo negativo. El problema viene cuando no puedes dominar esas emociones y te sobrepasan provocando falta de capacidad para la comunicación y tener demasiados comportamientos impulsivos y poco racionales que te impiden pensar en las consecuencias posteriores.

En qué consiste el autocontrol

No se trata de ser un robot sin sentimientos, pero sí de no dejarse llevar por impulsos que, en ocasiones, pueden llegar a hacernos sentir mal una vez que nos calmamos. El autocontrol nos ayuda a controlar determinados comportamientos irracionales. Es una característica propia de la madurez. De hecho, la falta de autocontrol puede provocar conflictos con amigos o familiares, malestar en el trabajo, ser demasiado impulsivas en situaciones de presión o en discusiones con la pareja... Todo ello por no ser capaces de controlar nuestras emociones en nuestra vida diaria.

Cómo conseguir autocontrolarte

El autocontrol está vinculado con la inteligencia emocional y nos permite evitar vivir situaciones que nos podrían, una vez que han pasado, hacer sentirnos mal. ¿Cuántas veces no te has arrepentido de hacer alguna determinada cosa o has sentido que todo habría ido mejor si te hubieras callado a tiempo? El autocontrol nos ayuda a aprender a contar hasta diez en las situaciones más delicadas. Y, aunque te parezca imposible, tranquila, conseguir tener un nivel de autocontrol aceptable se puede trabajar.

1. Es importante que dediques unos minutos al comienzo del día a practicar el mindfulness. Prácticas como el yoga o la meditación te serán especialmente útiles.

2. Convierte la respiración en tu arma más poderosa. Cuando vivas situaciones de estrés en las que tu impulsividad pueden llevarte a cometer un error, déjate ayudar por la respiración profunda. Inspira contando hasta cuatro, aguanta cuatro segundos más, expira en cuatro y vuelve a aguantar. Esta práctica bajará tus revoluciones y ayudará a que tus impulsos y emociones pasen por el filtro de la inteligencia emocional antes de actuar.

3. Si perder el control es algo que te pasa de forma recurrente, apunta en un papel por qué ocurre, analízalo, escribe cómo te sientes y por qué reaccionas así. Ser consciente de todo lo que te pasa te ayuda a poner luz sobre el problema para intentar tratarlo.

4. Practica ejercicio a diario para liberar tensiones. Esto te ayudará a aliviar emociones y a liberar endorfinas y serotonina, relacionadas con los estados de ánimo positivos.

5. Cuando sientas que vas a perder el control, piensa en otra cosa. Distráete para conseguir separar la emoción negativa y dirigirla la atención hacia pensamientos neutrales.

6. Hablar con una persona de confianza sobre tus problemas o inquietudes te ayudará a saber qué es lo que te hace sentir mal. Expresar tus sentimientos te hará sentir mucho mejor.

7. Intenta mantener siempre una actitud optimista ante la vida. Pensar en las cosas buenas o en lo bueno que puedes sacar de cada situación te ayudará a relativizar los conflictos.