Esto se debe al daño acumulativo (actínico) de una sobreexposición solar, en muchos casos, sin la debida protección, que afecta al ADN de las células de las estructuras de la piel del contorno ocular y de otras zonas del cuerpo. Otra de las principales consecuencias de este daño actínico es un ...
Esto se debe al daño acumulativo (actínico) de una sobreexposición solar, en muchos casos, sin la debida protección, que afecta al ADN de las células de las estructuras de la piel del contorno ocular y de otras zonas del cuerpo.
Otra de las principales consecuencias de este daño actínico es un envejecimiento prematuro (fotoenvejecimiento), que suele manifestarse con arrugas propias de la sobreexposición solar, así como con manchas y flacidez cutánea. Al margen de los problemas estéticos, "también pueden aparecer patologías, como la queratosis actínica o solar, un tipo de lesión de la piel similar a una verruga seca, rasposa y escamosa, que en ocasiones pica o sangra y que es común que aparezca en los párpados", explica el Dr. Joan Oliveres, especialista en oculoplástica y en estética y rejuvenecimiento ocular y facial de IMO Grupo Miranza.
Esto se debe a que nuestros párpados tienen un tipo de piel más frágil, fina y que suele estar expuesta al sol. Y, por ello, poseen una mayor tendencia a desarrollar lesiones ligadas al daño actínico. En este sentido, el especialista advierte que: "Se debe tener en cuenta que el daño solar es el principal factor de riesgo en la mayoría de tumores cutáneos malignos".
Más allá de las molestias y del impacto estético que puede causar la queratitis solar, "debemos tener en cuenta que, si no se trata, a largo plazo puede desencadenar un carcinoma de tipo escamoso", apunta el oftalmólogo. Actualmente, el carcinoma escamoso afecta, aproximadamente, al 15 % de las personas que presentan tumores de la piel y de los párpados. Sin embargo, el más frecuente es el de tipo basocelular (o de células basales), que padece cerca del 80 % de las personas afectadas por cánceres cutáneos y que se caracteriza por crecer lentamente y por aparecer en forma de bulto, que puede parecer una cicatriz y adquirir un tono marrón, negro o azulado.
Estas lesiones se suelen manifestar, al principio, en forma de úlcera o herida que no se cura y que puede llegar a sangrar. Otro signo habitual, en el caso de los palpebrales, es la falta de pestañas en la zona en la que se produce: "Estas son, sin duda, señales de alarma. Mi recomendación es que, si no se cura en 6 semanas, el paciente visite al especialista", advierte el doctor Oliveres.
Otro aspecto clave es detectar precozmente estos tumores, ya que, si se trata en las fases iniciales, la cirugía es menos invasiva y agresiva debido a que el radio de seguridad a extraer alrededor del propio tumor para evitar que este vuelva a aparecer puede ser menor. Por eso, el Dr. Oliveres apunta que "los pacientes que acuden a visitarnos con carcinomas avanzados en los párpados o las zonas de alrededor tienen peor pronóstico. En ocasiones, lamentablemente, debemos llevar a cabo intervenciones que requieren actuar en tejidos profundos, afectando, por desgracia, a estructuras esenciales que permiten una correcta visión, hasta vaciar la órbita".
Para evitar estas y otras lesiones, relacionadas con el daño actínico, el especialista de Grupo Miranza recomienda:
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