Consumir fresas es saludable. Además, es un alimento fácil de combinar a la hora de elaborar postres o como ingrediente adicional en una ensalada. La fresa se consume principalmente durante el invierno y al comienzo de la primavera. Normalmente, el inicio de la temporada de esta fruta comienza con el ...
Consumir fresas es saludable. Además, es un alimento fácil de combinar a la hora de elaborar postres o como ingrediente adicional en una ensalada. La fresa se consume principalmente durante el invierno y al comienzo de la primavera. Normalmente, el inicio de la temporada de esta fruta comienza con el calor. Sin embargo, ahora podemos encontrarla antes en nuestro supermercado, gracias a sus diferentes variedades.
Consumir fruta cada día es algo que todos deberíamos hacer. De hecho, los expertos aseguran que deberíamos estar entre las 2 y 3 piezas diarias. Su consumo aporta fibra, refuerza el funcionamiento intestinal y reduce el riesgo de sufrir cáncer de colon.
Una porción de fresas supera con creces las necesidades de vitamina C que necesitamos al día. Este componente ayuda al organismo a combatir mejor ciertas infecciones o enfermedades como el resfriado común o la gripe.
Las fresas son un alimento rico en potasio. Esta fruta regula los efectos del sodio, lo que conlleva a reducir la presión arterial. Este mineral minimiza las posibilidades de contraer enfermedades cardiovasculares y combate la hipertensión.
Los radicales libres son los responsables del deterioro de tejidos y músculos. El resultado son articulaciones inflamadas que no rinden igual y la acumulación de toxinas nocivas. Los antioxidantes presentes en este fruta previenen la inflación y la aparición de ciertas enfermedades como la gota o la artritis.
Hablamos de alimentos ricos en flavonoides, lo que significa que refuerzan nuestro sistema defensivo a la hora de luchar contra el desarrollo de tumores y cáncer.
Los problemas de visión están asociados con la edad. Los compuestos antioxidantes que contienen las fresas eliminan los radicales libres que dañan la estructura ocular.
Gracias a su contenido de polifenoles, las fresas son capaces de normalizar los niveles de azúcar en sangre. Además, reducen el riesgo de padecer diabetes o, una vez aparece la enfermedad, mejora sus síntomas.
Como buen antioxidante que es, la fresa nos protege contra los accidentes cerebrovasculares. El potasio de esta fruta actúa como un vasodilatador para mejorar el riego sanguíneo y evitar la formación de coágulos en el cerebro.
Las fresas también influyen en nuestro nivel emocional y mental. Sus semillas son fuente de ácido graso omega-3, lo que repercute positivamente en nuestro estado de ánimo.
Los flavonoides tienen beneficios antiinflamatorios y su nivel de refuerzo inmunológico contribuye a controlar la reacción a los alérgenos, responsables de la alergia primaveral.
Ya hemos indicado que la fresa tiene vitamina C, muy efectiva en la producción de colágeno. Esto hace que la piel permanezca suave y elástica, mientras que repara las células dañadas, lo que contribuye a luchar contra el envejecimiento prematuro.
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