Con la llegada del buen tiempo son muchas las personas que empiezan a planificar una dieta para perder peso. Leer el etiquetado es imprescindible para cerciorarnos de las propiedades de los productos que vamos a consumir y poder planificar un menú saludable con el que bajar esos kilos de más ...
Con la llegada del buen tiempo son muchas las personas que empiezan a planificar una dieta para perder peso. Leer el etiquetado es imprescindible para cerciorarnos de las propiedades de los productos que vamos a consumir y poder planificar un menú saludable con el que bajar esos kilos de más cogidos durante el confinamiento. De esta manera, alérgicos, celíacos y diabéticos deben tener especial cuidado a la hora de leer el etiquetado, ya que la composición o ingredientes pueden ser especialmente dañinos para su salud.
Las estrategias de marketing de los fabricantes, el desconocimiento del propio consumidor o la falta de costumbre nos hacen elegir un producto poco saludable sin ser conscientes de ello. "La etiqueta nutricional nos ayuda a conocer la composición real de cada producto y lo que aporta a nuestro organismo, del mismo modo que facilita la comparación entre dos productos parecidos", explica Eva Mª Bautista, nutricionista de Blua de Sanitas. La etiqueta nutricional proporciona toda la información necesaria sobre un alimento; es decir, las cantidades de macronutrientes que contiene (carbohidratos, proteínas y grasas), la cantidad de kilocalorías, la cantidad de micronutrientes que aporta (porcentaje de vitaminas y minerales sobre el total diario que se debe consumir) y la lista de ingredientes que lo conforman.
Una educación nutricional adecuada es imprescindible y leer la etiqueta de los productos es parte esencial para seguir una dieta saludable y equilibrada. Por eso, Bautista ha elaborado un listado de cinco errores comunes que se deben evitar a la hora de elegir un producto en el supermercado:
- Fijarse solo en las calorías: ocurre a menudo que los consumidores solo se fijan en el número de calorías de un producto, obviando todo el resto de información. Que un alimento tenga pocas calorías no quiere decir que sea necesariamente sano y uno con una proporción elevada de calorías no tiene por qué ser poco nutritivo. Esto ocurre, por ejemplo, con los frutos secos, cuyo valor calórico por cada 100 gramos es considerablemente elevado, pero que son alimentos muy recomendados por su valor nutricional.
- No tener en cuenta la ración recomendada: el etiquetado de los alimentos marca los valores nutricionales por cada 100 gramos de producto, pero en ocasiones también aparecen los gramos recomendados por ración. En estos casos el fabricante indica la cantidad de producto que conforma la ración para una persona y son esos datos los que se deben tomar como referencia, ya que darán una idea más realista de las calorías, azúcares o grasas que se van a ingerir.
- No mirar el etiquetado cuando indica "light": este es uno de los errores más comunes al comprar alimentos. Las estrategias de marketing de los fabricantes pueden confundir al consumidor marcando sus productos con la palabra "light". Este indicativo solo quiere decir que ese alimento es una versión menos calórica que la original del mismo, lo que no quiere decir que sea sano o recomendable para incluir en una dieta equilibrada.
- "Sin azúcar añadido" no es sinónimo de sin azúcar: los productos que se publicitan como "sin azúcares añadidos" tampoco son necesariamente sanos. Que no tenga azúcar añadido no implica que no lleve azúcar, ya que el alimento en origen puede llevar un alto contenido de este o tener otros edulcorantes como jarabe de maíz o fructosa. Además, es importante tener cuidado con productos anunciados como bajos en grasas, como quesos rallados o yogures, ya que es habitual que los fabricantes añadan azúcares para compensar la falta de sabor.
- No tener en cuenta el tipo de grasas: erróneamente se asocia la grasa a algo incompatible con una dieta saludable, de ahí que el eslogan anteriormente mencionado, "bajo en grasas", haya sido uno de los grandes reclamos en los últimos años. Las grasas son necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, no así las grasas saturadas, que sí son perjudiciales para la salud. En cambio, los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados son beneficioso para el organismo en general y se encuentran en alimentos como nueces, aguacates o aceites de origen vegetal.
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