Las enfermedades del corazón se han convertido en una de las principales causas de muerte en todo el mundo, tras el cáncer o los accidentes en carretera. Teniendo en cuenta los infartos de miocardio, miles de personas mueren al año. Además, los datos manejados revelan que una persona que ya ha tenido un infarto, tiene muchas posibilidades de sufrir un segundo.

¿Cómo podemos evitar un segundo infarto?

Tras tener un infarto, los médicos aconsejan al paciente seguir una serie de pautas sencillas para impedir que vuelva a repetirse:

• Adoptar hábitos de vida sanos como llevar una dieta variada y equilibrada, practicar ejercicio físico regular y dejar el tabaco, en caso de que el paciente fume.
• Seguir correctamente el tratamiento impuesto por el médico especialista, algo que no todos los pacientes cumplen.
• Una vez dado de alta en el hospital, asistir a un programa de rehabilitación cardiaca. Este programa personalizado de ejercicios y educación es fundamental para mejorar la calidad de vida del paciente y controlar los factores de riesgo, lo que se traduce en una adecuada recuperación y la prevención de un segundo infarto.

¿Cómo debemos hacer ejercicio físico después de un infarto?

Obviamente, será el especialista el que indique el tipo de ejercicio que debe hacer el paciente y marcará el ritmo e intensidad a seguir. Después de sufrir un infarto, es conveniente hacer ejercicio físico, aunque también dependerá del grado de ataque sufrido, de cómo está el corazón y de si aún quedan arterias coronarias obstruidas.

Si el corazón vuelve a tener un bombeo normal y sus arterias están abiertas, no existe ningún tipo de contraindicación que impida hacer ejercicio. Según señalan los especialistas, estas pautas son las que deberíamos seguir en estos casos:

• Si el paciente no acude a un programa especial de rehabilitación cardiaca, al menos debería hacer ejercicio físico, siempre y cuando esté controlado por su médico.
• El paciente deberá someterse a una prueba de esfuerzo para determinar cuál es el nivel de actividad más adecuado.
• Esta prueba de esfuerzo indicará, además, la frecuencia cardiaca máxima de la persona para no procurar llegar a ella al hacer ejercicio. De hecho, el esfuerzo resultante debe estar en un 75% con respecto a la cantidad obtenida.
• Tras 4 semanas de actividad física más o menos moderada, el paciente podría llegar a un 85% de la frecuencia cardiaca máxima.

Caminar, una de las actividades más recomendadas

La persona deberá determinar qué tipo de actividad física es mejor para ella. Sin embargo, una de las actividades más beneficiosas que se adapta perfectamente a gran parte de los pacientes, es caminar. De todas formas, es importante hacerlo progresivamente en el tiempo.

Tras haber pasado 4 o 6 semanas, los pacientes caminarán una hora al día sin hacer demasiado esfuerzo. La velocidad debe ser controlada por uno mismo, de forma que si en algún momento falta el aire, se debe hacer un descanso y luego proseguir. Según pasen los días, se adquirirá mayor fondo físico.

Caminar no significa ir andando al supermercado o de shooping, sino una actividad física como otra cualquiera. Lo más recomendable es caminar una hora al día como mínimo e incluso dos.