Tiempo de rentrée en el gimnasio (o en casa en su defecto). Con toda tu fuerza de voluntad, superas la pereza y te pones al lío con el deporte. No obstante, puede que te encuentres con un obstáculo por superar que no depende exclusivamente de ti. Algo que te complicará ...
Tiempo de rentrée en el gimnasio (o en casa en su defecto). Con toda tu fuerza de voluntad, superas la pereza y te pones al lío con el deporte. No obstante, puede que te encuentres con un obstáculo por superar que no depende exclusivamente de ti. Algo que te complicará todavía más seguir la rutina de entrenamiento diaria. Efectivamente, las engorrosas agujetas.
Este contratiempo conocido en términos médicos como mialgia diferida, aparece al hacer ejercicio intenso. Como sabrás, no es nada alarmante, pero sí bastante molesto. Se trata de un dolor muscular que suele ir acompañado de una inflamación muscular. Si te cuesta trabajo sentarte, mover el brazo, te duelen las piernas mientras caminas o te resulta una odisea vestirte, etc, bingo. Tienes agujetas.
Ahora viene la buena noticia. Hay formas de evitar su aparición o, si ya las tienes, ayudarte a mitigarlas. Toma nota.
En primer lugar, los expertos recomiendan hacer deporte progresivamente para que el cuerpo se adapte al ejercicio. Acuérdate de que Roma no se construyó en una hora, y que ponerse en forma, como todo en esta vida, es cuestión de paciencia.
Otra clave es nunca entrenar sin calentar. Preparar el cuerpo antes de la rutina previene las lesiones. Y al terminar, hacer estiramientos durante unos diez minutos para que si aparecen, no sean tan fuertes.
En este caso la bendita ciencia también es nuestra amiga. Dicen los especialistas que ingerir un antiinflamatorio después de entrenar previene las agujetas, o al menos que aparezcan tan intensamente.
Seguramente conocerás el top de los remedios de la abuela contra las agujetas. Durante muchos años se ha recomendado beber agua con azúcar. Se suponía que este truco ayudaba a eliminar los cristales de ácido láctico que se formaban en el músculo, causantes de las agujetas. Sin embargo, la ciencia ha hablado. Muchos estudios han desmontado esta teoría, así que lo más probable es que no sirva para nada más que para meterte un chute de azúcar en el cuerpo sin ningún beneficio.
No obstante, el agua fría en todas sus vertientes sí que te puede salvar de un buen ataque de dolor, reduciendo las agujetas a su máxima expresión. Después de entrenar te puedes dar una ducha con el agua más helada posible, colocar una zona de hielo en la zona que más te esté haciendo sufrir, o masajeártela con cremas de efecto frío. Por qué, te preguntarás. Pues porque el frío va genial para calmar las fibras rotas, y ayuda a su recuperación de manera más rápida.
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