En las familias "tóxicas" los niños evolucionan con graves carencias afectivas, ya que les faltará un buen referente en el que apoyarse. Sentirán que no son lo suficientemente buenos para ser queridos por las figuras de apego fundamentales en la infancia.

Vivirán creyendo que si se equivocan en algo será catastrófico y, por lo tanto, mostrarán una gran inestabilidad emocional, inseguridades, y desarrollarán una baja autoestima que formará parte de su personalidad y, en ocasiones, deberá ser tratada por los especialistas.

Estas consecuencias negativas que influyen en el desarrollo físico y psíquico de los niños, se verán especialmente reflejadas en la vida adulta, en las relaciones que construyan y en su manera de desenvolverse en la sociedad. Constituyen un verdadero problema que, normalmente, marcarán su futuro.

Entre las características de las familias tóxicas se incluyen:

1-Autoridad excesiva. Padres hostiles que abusan de su poder valiéndose de la agresión verbal o física para alcanzar sus objetivos. Los niños que crecen con este estilo parental tendrán mucho miedo y rabia contenida al sentirse menospreciados por las figuras de apego que deberían estar protegiéndoles y cuidándoles.

2-Sobreprotección. Los padres sobreprotectores propician que sus hijos necesiten constantemente el apoyo y la aprobación de los demás, volviéndose personas necesitadas e inseguras. Su madurez e inserción social se verán marcadas por esa necesidad de "caer bien a todo el mundo" y no serán capaces de afrontar los momentos difíciles que se les presenten en su vida.

3-Permisividad/negligencia. Se refiere a los padres que no están pendientes de sus hijos y les dejan demasiado espacio, sin preocuparse ni hacerse cargo de lo que les pasa. Estos niños crecerán sintiéndose abandonados y poco importantes, trasladando esa actitud a todos los ámbitos de su vida.

4-Manipulación. Son padres que solo tienen en cuenta sus propias necesidades y manipulan a todo el mundo para conseguir lo que quieren. Los hijos se sentirán muy culpables y vulnerables, pensando que tienen que dar siempre lo que el otro desea.

5-Falta de comunicación y rigidez. No existe un espacio de comunicación seguro, siempre se omite lo que verdaderamente importa y se habla (o no existe ninguna conversación) de cualquier detalle sin importancia que ayude a rellenar los múltiples huecos presentes en su relación. Establecen unos roles rígidos que no permiten que los hijos crucen y tienen que acatar y obedecer sin dejar lugar a la negociación.

Todos estos estilos parentales desadaptados, constituyen relaciones abusivas de poder y se pueden dar por parte de un padre, de una madre, abuelo/a o tutor/a legal hacia los hijos. Se suelen establecer en la infancia y mantener durante toda la vida, incluso en la etapa adulta. Crecer en un ambiente tóxico es una adversidad que puede ser asumida como una oportunidad de crecimiento y de auto-superación. No es una tarea sencilla, pero se puede modificar la situación y crecer como persona.