Tenemos que reconocer que, aunque los tiempos han cambiado y las madres y padres hemos avanzado mucho en cuanto a las maneras de crianza de nuestros niños, sigue costando mucho dar un paso adelante y romper con las costumbres que se han mantenido durante generaciones.

A veces puede parecer un dogma incuestionable que las papillas son una fase por la que todos y todas las bebés tienen que pasar, ¿y a quién se le ocurre que eso no puede ser así? Desde luego, como mínimo, cuesta decirle a tu madre o a tu suegra que no vas a darle papillas a tu hijo, sino que va a comer alimentos enteros, y aguantar con entereza toda la retahíla de reproches que seguramente recibirás.

Miedo al atragantamiento

¿Cuál será probablemente el primer miedo que te transmitirán, y que seguramente estará también en tu cabeza? Pues el pánico al atragantamiento. Desde aquí, y desde mi experiencia personal como madre que ha practicado el método BLW, te puedo asegurar que es un miedo infundado.

En primer lugar, y como ya hemos explicado en otros artículos sobre este método, es fundamental comenzar cuando el bebé está preparado en su desarrollo psicomotriz. Es decir, cuando se sienta completamente erguido y sin ayuda, y en cualquier caso nunca antes de los seis meses.

Por otro lado, es muy importante saber que el reflejo de náusea, que protege a los niños del atragantamiento, se produce en el caso de los bebés cuando el alimento está muy delante en la boca, no cuando está en la garganta como pensamos los adultos. Así que es muy frecuente ver a un bebé que practica el BLW, que no consigue tragar bien un trozo de alimento y lo soluciona por medio de una arcada y a continuación expulsando la comida, sin ningún tipo de problema ni riesgo. Eso sí, en esos segundos hay que mantener la calma y no correr a darle palmadas en la espalda o intervenir de un modo que podríamos empeorar las cosas.

Como siempre decimos cada vez que hablamos del BLW, se trata de un método en el confiar en las habilidades del bebé, en su capacidad de decisión con respecto a cuánto y qué quiere comer, y en fomentar su autonomía son pilares fundamentales. Y no debemos olvidarlo.

¿Come suficiente?

Otro miedo bastante frecuente, especialmente en las primeras semanas o meses, en los que la niña o niño están cogiendo práctica, es la duda de si estará alimentándose de manera adecuada, especialmente cuando comprobamos que la mayor parte de la comida que le hemos colocado delante está esparcida y aplastada entre el suelo, la trona, el babero y el cuerpo de nuestro pequeño.

Lo más importante que debéis pensar es que, como su nombre indica, estamos introduciendo una alimentación "complementaria", porque en realidad entre los 6 y los 8 meses los alimentos deberían suponer apenas una quinta parte de las calorías totales que necesita tu hija o hijo. La fuente principal de alimento sigue siendo la leche, materna o de fórmula. Hacia los 10 meses más o menos empieza a representar el 50%, así que en ese proceso progresivo el bebé tiene tiempo de entrenar y practicar.

Y en cualquier caso, el mejor consejo que os puedo dar es que observéis a vuestros hijos, para saber qué necesitan y quieren, respetando sus tiempos y su desarrollo, porque cada uno es único. Y sabe comunicarse con sus padres mejor que nadie. No es tan importante en estos momentos la cantidad de comida que ingiere, sino que lo haga de forma sana, variada, autónoma, en familia, y positiva.