Cataratas: también afectan a los niños

Ángela Zorrilla

Gran parte de la sociedad cree que las cataratas son exclusivas de la gente mayor. En realidad, es una enfermedad poco frecuente en la infancia, pero afecta de 2 a 4 niños de cada 100.000 y es la principal causa de ceguera en los niños.

08/01/2021

En los adultos, las cataratas son consecuencia del mismo envejecimiento; pero en un niño siempre es una patología que puede venir de origen desconocido (un 80%), de un trauma o anomalía ocular (un 20%). Diagnosticar en los más pequeños una catarata no es complicado; de hecho, incluso si es prenatal se ...

En los adultos, las cataratas son consecuencia del mismo envejecimiento; pero en un niño siempre es una patología que puede venir de origen desconocido (un 80%), de un trauma o anomalía ocular (un 20%).

Diagnosticar en los más pequeños una catarata no es complicado; de hecho, incluso si es prenatal se puede ver en la ecografía de las 20 semanas. En la mayoría de casos, se deben operar, aunque suele ser solo el primer paso de un tratamiento de rehabilitación ocular, que incluye gafas y parches oculares que cubran la visión del ojo bueno para estimular la del ojo más débil.

Detección precoz y tratamiento

Pero no todas las caratas hay que operarlas. En los niños existen muchos tipos de cataratas, y las hay tan pequeñas que no quitan visión y, por lo tanto, no hace falta operarlas. En cambio, si una catarata es grande, densa o central, hay que quitarla cuanto antes mejor. Si no, la catarata no dejará que el ojo del niño se estimule visualmente y este ojo se quedará con muy baja visión para siempre.

Y es que la visión en los niños está en pleno desarrollo hasta, aproximadamente, que cumplen los diez años. Por eso, si una catarata infantil no se trata, puede provocar problemas de visión a largo plazo, incluso acabar en una ceguera permanente. La detección precoz y su tratamiento son vitales para prevenir esa pérdida total de visión.

La mayor parte de las cataratas se presentan de forma aislada y sin causa conocida. Otras pueden estar provocadas por predisposición genética, trastornos metabólicos, o traumatismos en el ojo que dañen el cristalino. En ocasiones, aparecen de manera espontánea. Algunas se pueden llegar a prevenir –las de causas traumáticas- evitando fuertes golpes o explosiones por petardos en los ojos, por ejemplo.

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