Imagínate que alguien de tu familia, algún amigo, tu pareja u otra persona cercana a ti, comenzara de repente, a echarse poco a poco una cantidad pequeña de veneno en cada comida. Y además, os echase al resto una cantidad más pequeña de ese mismo veneno a los demás. No se lo permitirías ¿verdad? Pensarías que se habría vuelto loco. Pero, y si te dijese que algo similar está pasando con muchas personas, ¿lo creerías? Posiblemente no.

Sin embargo, este hecho es más frecuente de lo que pensamos. Es cierto que no se trata de intoxicarnos con ningún veneno, aunque sí se trata de una intoxicación. Nos auto contaminamos con nuestros propios pensamientos, y, por ende, contaminamos a todos los que se encuentran a nuestro alrededor.

En ocasiones, se establecen en nuestra mente ideas que poco a poco van conquistando terreno hasta apoderarse y tomar el control. Son pensamientos negativos que empiezan siendo esporádicos, pero que al final, acaban siendo una constante. Nosotros no nos damos cuenta siempre de su presencia; pero ahí están. Generalmente, tienen relación con alguna situación causante de estrés o malestar. Por ejemplo, un ambiente complicado en nuestro puesto de trabajo, una relación sentimental tortuosa, escasez económica, etc.

Son pequeñas semillas de negatividad que van asentándose en nuestra mente y que lo controlan todo. Una vez que han conseguido instalarse, es muy difícil echarlas. Y además, cada vez quieren más; están hambrientas por contagiarlo todo. Es posible que en tu vida tengas, por ejemplo, una situación laboral difícil, pero que todo lo demás sea positivo. No importa, si esas semillas han logrado crecer, florecer en tu cerebro, harán que no veas más allá de tus problemas. A partir de ese momento, todo será negativo para ti y te resultará difícil apreciar las  cosas buenas que tienes.

Además, estarás contaminando, sin saberlo, a las personas que están cerca de ti. Tu actitud y bajas vibraciones te afectarán a ti, principalmente, pero también, a tu familia, amigos…

Igual que el veneno dejaríamos de tomarlo inmediatamente, así debemos actuar con estos pensamientos. Debemos ser conscientes de lo que pasa en nuestra mente. Dedicarle unos minutos al día para poder conseguirlo. Estar en silencio para poder escuchar nuestro interior. Identificar aquellas situaciones poco favorables, y los pensamientos que generan. Ese es el primer paso siempre `para poder cambiar la situación. Una vez que sabemos qué es lo que produce el desequilibrio, nos será más fácil hacerlo desaparecer.

Tú y tu entorno no merecen estar contaminados. Aprende a dedicarle más tiempo a tu interior, allí es donde encontrarás las soluciones a tus problemas emocionales. Si consigues conectar con tu yo interno, estarás aprendiendo a ser más feliz. Tú eres un Ser con predisposición natural para ser feliz. Cuando hallamos pensamientos felices nuestro cuerpo y nuestra mente nos lo agradecen. Así que, deja de intoxicarte, busca todos los venenos que tengas en tu vida y tíralos con fuerza.