Las reses sociales

Daniel López Sánchez

www.versosversusvida.wordpress.com

Las redes sociales molan, molan mucho… en serio, son de puta madre, una extraordinaria plataforma de información, entretenimiento o relaciones personales que, bien empleadas, pueden aportarnos cosas buenas a nivel personal y profesional.

24/12/2014

El problema es que, como ocurre con todo, cuando caen en nuestras manos se convierten en “el coño de la Bernarda”. Con poco esfuerzo y mucha habilidad conseguimos manejarnos en ellas sin concierto, sin mesura, sin orden y sin ética, convirtiéndolas en armas arrojadizas contra quien no nos cae bien, ...

El problema es que, como ocurre con  todo, cuando caen en nuestras manos se convierten en “el coño de la Bernarda”. Con poco esfuerzo y mucha habilidad conseguimos manejarnos en ellas sin concierto, sin mesura, sin orden y sin ética, convirtiéndolas en armas arrojadizas contra quien no nos cae bien, en falso catálogo de habilidades que no tenemos, en fuente inagotable de plagios, mentiras y bulos, en escaparate de la vida privada de terceras personas o en trincheras invisibles desde las que linchar a cualquiera que nos moleste.

Las cosas que inventamos no suelen ser malas per se, es el uso que hacemos de ellas las que en realidad las definen. Un arma, dependiendo de la mano que la sujete,  permite la opresión, el robo y el asesinato, o justamente luchar contra todo eso. Un inocente tenedor de plástico no sirve para mucho más que para comer, pero movido por según qué mente puede llegar a ser una eficaz herramienta para sacarle un ojo a cualquiera.

Puede que sea una metáfora un poco extrema, pero digamos que las redes sociales son nuestro pequeño tenedor de plástico. Así, andamos por ahí sacándole el ojo a todo el que no piensa como nosotros, al que tiene lo que no podemos tener, al que es capaz de hacer lo que ni siquiera podemos entender o al que simplemente no nos gusta, sin más.

Por usar de ejemplo la red más popular, Facebook, diría que  no estoy de acuerdo con quien cree que cuanto más la usas más rarito eres, ni con quien sostiene que muchos amigos en la red es sinónimo de ninguno en la vida real, y suponiendo que así fuera, tampoco vería nada de malo en una plataforma que permite tener amigos virtuales a quien no quiere o no puede tenerlos de otro tipo.

El problema de Facebook, por lo tanto, no es las posibilidades que ofrece, sino cómo las interpretamos, como las reunimos para crear un peligroso juego de mentiras, apariencias, exceso de información, defecto de empatía y falta de sensibilidad.

Así, una plataforma divertida para compartir experiencias, comentarios o fotos con nuestros amigos, se ha convertido para mucha gente en un medio para llevar a cabo acciones tan  despreciables como bullying, exhibiciones de maltrato animal o graves difamaciones, para otros, en el espejo cóncavo de sus propias vidas, y para los más cobardes y rastreros, en una forma fácil de ensuciar la vida de los demás. Y yo digo que está bien que la gente pinte sus vidas de colores que ni siquiera tiene, pero querer pintar la de los demás con los colores más feos es un exceso demasiado ruin, incuso para hacerlo desde la impunidad de una red social.

Con Twitter ocurre algo parecido, también tiene su propia legión de idiotas pasados de tuerca que van blandiendo sus pequeños tenedores de plástico intentando rascar el ojo de todo el que pasa por su lado. Este microblogging es genial para saber qué ocurre en tiempo real, para seguir al cantante, al actor o al escritor que admiras, o  incuso para partirte el culo con el ingenioso sentido del humor de mucha gente anónima. Desgraciadamente el precio que hay que pagar es el de encontrarte con gente que confunde opinar con adoctrinar y comentar con insultar, gente que llena el vacío de sus miserables vidas con los 140 caracteres de Twitter y que llena los 140 caracteres de Twitter con mentiras, insultos y faltas de respeto.

No creo que haya que demonizar  las redes sociales. Ninguna de ellas es una herramienta de extorsión o difamación. Somos nosotros quienes las estamos convirtiendo en eso. Llegado este punto, podemos darles la vuelta y usarlas de forma constructiva para informarnos, divertirnos o incluso para crear nuestra propia marca personal, que nos defina, nos identifique y nos diferencie de los demás.

O podemos seguir por el camino que llevamos, entrar al trapo en todas las modas absurdas, dar cobertura a todos los bulos malintencionados, aplaudir todas las amenazas gratuitas y hacer likes, favs o retuits  a todo lo que salga de las no necesariamente acertadas mentes de los tuitstar, deportistas o políticos de turno, pero en este caso más vale que vayamos pensando en empezar a llamarlas reses sociales, será mucho más explicativo.

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