La especie Brassica oleracea var. gemmifera es una planta de la familia de las crucíferas como la coliflor, el repollo, etc. Inicialmente similar a otras del grupo, a medida que va creciendo se diferencia claramente porque aparece una espiga en la que se encuentran las yemas que conocemos como coles de Bruselas.

Es un alimento de escaso aporte energético, aunque mayor que otras de su grupo (unas 40 calorías por cada 100 gramos) y un bajo contenido en hidratos de carbono y grasas. Contiene mucha agua y se considera fuente de fibra (soluble e insoluble), vitaminas del grupo B (fundamentalmente B 3), vitamina A, vitamina C, vitamina E, ácido fólico y minerales (potasio, fósforo, calcio, magnesio, etc.).

Destacable es su contenido en vitamina C, ya que es superior incluso al de los cítricos y pueden constituir un perfecto sustituto en los menús de quienes no consumen suficientes naranjas por ejemplo. También pueden considerarse una fuente alternativa de vitamina A como complemento a las zanahorias o espinacas muy ricas en esta sustancia. El contenido en ácido fólico es muy importante para nuestro organismo, pues participa en la formación de elementos de la sangre (glóbulos rojos por ejemplo).

Se les atribuyen propiedades diuréticas que favorecen la eliminación de líquidos del organismo con la consiguiente expulsión de sustancias tóxicas de desecho disueltas en ellos. Se consideran beneficiosas en problemas de retención de líquidos, estando muy indicadas en dietas de adelgazamiento.

Su mayor inconveniente es que provocan meteorismo y malas digestiones a las personas susceptibles de padecerlos. Es mejor evitar cocinarlas con alimentos grasos o con féculas y mejor consumirlas al mediodía que por la noche para reducir el impacto de estos problemas. Resultan más suaves y digeribles si se cuecen con hinojo o comino. También puede ayudar a su digestión tomarse una manzanilla con anís o hierbabuena de postre.

Elígelas de color verde intenso. Deben ser compactas, sin hojas sueltas o amarillentas ni “puntos” (de cualquier color) en los tallos (que deben ser blancos y turgentes). Se mantienen perfectamente en la nevera una semana dentro de una bolsa agujereada y sin lavarlas antes de guardarlas. También se pueden congelar previo escaldado de tres o cuatro minutos en agua muy caliente y permanecen en buen estado hasta un año.

Puedes prepararlas de varias maneras: cocidas, asadas, al vapor, gratinadas, etc. y resultan adecuadas como acompañamiento de otros platos (carne, pescado, arroz, legumbres, etc.) o como ingrediente básico de una menestra de verdura. Evita cocerlas en exceso (llegan diez minutos) para que mantengan sus propiedades nutricionales y no se pierdan las vitaminas termosensibles por exceso de calor.

Al cocinarlas huelen mal (debido fundamentalmente a los compuestos azufrados que contienen). Puedes añadir al agua de cocción una patata, unas gotas de limón o un trozo de pan duro que resultan buenos absorbentes del olor.