Es el fruto de la calabacera (Cucurbita), una planta rastrera de la familia de las cucurbitáceas como los melones o las sandías. De ella se utilizan las semillas (pipas de calabaza) y los frutos (de formas variadas y colores diferentes) para muchas cosas: instrumentos musicales, utensilios de cocina, recetas saludables, y, cómo no, elementos de adorno en la noche de Halloween.

Originaria de la India, se ha extendido a diferentes partes del mundo, llegando a España en tiempos de los conquistadores. Existe una gran cantidad de variedades que podemos dividir en dos grupos en función de la época de cultivo. Las de verano, de piel fina y poco resistentes una vez separadas de la planta (por lo que debes comerlas con presteza) y las de invierno, de corteza gruesa, asimétricas y más dulces que se conservan mejor.

A nivel nutricional, destacaría que no tienen grasas y aportan entre 15 y 30 Calorías por cada 100 gramos (según la especie de que se trate), por lo que puedes consumirlas aunque estés a dieta. Aunque no coinciden exactamente las distintas variedades, podemos señalar que contienen hidratos de carbono, proteínas, vitaminas (A, C, E y del grupo B), minerales (potasio, fósforo, magnesio, calcio, etc.) y fibra. Destacable contenido en carotenos presentes en los colorantes amarillentos que las conforman.

Se considera que mejoran el tránsito intestinal (por la fibra), ayudan a prevenir la retención de líquidos (por su alto contenido en potasio), mejoran la visión (por la presencia de zeaxantina en su composición), resultan saciantes y poseen acción antioxidante (por la presencia de cumarinas, licopeno, carotenos y vitamina C).

Existen muchas variedades, por lo que puedes encontrarlas en el mercado en cualquier momento del año. Puedes comprarlas enteras o troceadas. Las enteras mantienen su frescura; de la ya cortada debes elegir la más fresca posible y usarla rápidamente para evitar que se oxide y pierda propiedades nutricionales. La de invierno se conserva fácilmente; la de verano como máximo una semana en nevera en una bolsa agujereada.

En la cocina puedes consumirlas en crudo o prepararlas: asadas, cocidas, fritas, al horno, en potajes, cremas, sopas, etc. en platos salados y dulces, pues algunas variedades (como la Cucurbita maxima) son muy dulces y se utilizan para elaborar compota y mermelada, por ejemplo.

Te proponemos una sopa de calabaza que puedes combinar con lo que quieras (pasta, carne, pescado, etc.). Pocha media cebolla y dos ajos en la sartén con aceite de oliva, añade un caldo de pescado y media calabaza cortada en dados. Cuece la mezcla hasta que se ablande la calabaza y esté “al dente” evitando el exceso de cocción. Tritura el preparado y tamízalo. Puedes servirla con nuez moscada, orégano, albahaca, etc.