Hace tres años llegaba a nuestras pantallas el Lobo de Wall Street, película que hacía una incursión en el mundo de la bolsa y que explicaba, más o menos bien,  el funcionamiento de Wall Street y de todo lo que le rodea. La gran apuesta se mantiene en esa línea, centrándose en explicar cómo se inició la crisis inmobiliaria de 2008 en EEUU.

La principal diferencia entre ellas es que EL lobo de Wall Street, más allá de enseñar el modus operandi de la bolsa o algunas claves del funcionamiento de la economía, enseña todo lo que subyace en ese mundo: las fiestas, los excesos y los desvaríos mentales de sus personajes tienen tanto o más protagonismo que las acciones, las divisas o las grandes operaciones bursátiles. Así, al espectador al que no le interesa ver como los protagonistas de esta historia trabajan con el dinero, le puede interesas ver cómo se lo gastan.

El caso de la gran apuesta es distinto. Es una película sobre economía explicada por economistas para aquellos a quienes les interese la economía. No hay anécdotas paralelas, pasa de puntillas por la vida privada de sus protagonistas, y no hace ni la más mínima concesión a nada que no tenga que ver con la crisis inmobiliaria.

Así las cosas, no sería poco conformarnos con salir del cine entendiendo cómo y por qué se produjo la tan famosa crisis, pero ni siquiera en esto la película es del todo efectiva. Sin duda tiene buenas intenciones, digamos que intenta explicar las cosas para que hasta los más profanos las entiendan, usando a personajes famosos que no tiene nada que ver con el mundo de las finanzas como Selena Gómez para que expliquen determinados conceptos, en plan “si hasta Selena Gómez lo puede explicar es que no es para tanto…”, o sobre impresionando en pantalla a modo de definición de diccionario los conceptos técnicos más usados.

Al principio funciona, y entender el punto de partida de la crisis y seguir los primeros pasos que dieron quienes la descubrieron es sencillo, sin embargo a medida que avanza la historia, ésta entra en una vorágine de acontecimientos causa y consecuencia de riesgos, impagos, triples A, apuestas, seguros, fluctuaciones, bonos basura y agencias de calificación que acaba por resultar casi incomprensible para quien no domine la materia, haciendo que esté muy claro como empezó todo el lío, pero muy oscuro como acabó.

Sólo el elenco de fantásticos actores, en especial Christian Bale y Steve Carrell, hace que la película merezca el calificativo de densa, y no el de insoportable.