Los estudios han demostrado que muchos tópicos se han revelado falsos y que debemos ponernos en manos de médicos y especialistas sin caer en “dietas milagro” que no sirven para nada. Empezar a cuidarnos en la infancia (alimentando adecuadamente a nuestros hijos y evitando que engorden) y seguir haciéndolo hasta la vejez, adaptando la dieta a cada momento vital y a la actividad desempeñada en esa etapa.

Buscando soluciones cómodas y rápidas –como respuesta a la demanda social actual- los investigadores se centraron en reconocer los mecanismos que fuerzan a las personas a comer y han descubierto una serie de sustancias que influyen en nuestra necesidad de alimentarnos. A mediados de los años 90 “encontraron” la leptina. El nombre procede del griego leptos (delgado) y se aplicó a una hormona relacionada con el peso y la grasa corporal.

Su mecanismo de acción es sencillo pero fundamental: se encarga de avisar al cerebro de que ya estamos satisfechos, que ya hemos comido suficiente. Regula el balance energético del organismo, el control del apetito y el metabolismo de las grasas, por lo que incide directamente en el control del peso y la obesidad.

Las personas obesas sufren una alteración en los receptores cerebrales de leptina que impiden al organismo sentirse saciado, sufriendo el síndrome de resistencia a la leptina. Curiosamente, este grupo de pacientes tienen altos niveles de leptina circulante en su organismo, pero no llega a sus receptores cerebrales, por lo que nunca se sienten saciados y comen sin medida. El exceso de energía se acumula en sus adipocitos y engordan desmesuradamente.

El descubrimiento de esta sustancia hace real la expresión acuñada por dietistas muy prestigiosos: “dormir mal engorda”. Esta frase adquiere sentido si pensamos que durante el sueño se libera melatonina, que regula la actividad de la leptina, reduciéndola y equilibrando el balance energético del organismo.

La aplicación clínica de esta molécula otorgaría nuevas esperanzas a enfermos de obesidad. Se plantean nuevos tratamientos farmacológicos con este péptido (formado por aminoácidos, que también constituyen las proteínas), por lo que, de momento, se deberían aplicar en inyección para evitar su destrucción en el aparato digestivo si se ingiriese por vía oral.

Lo fundamental es consultar al médico, comer adecuadamente, realizar una vida sana y no desesperarse por el tema del peso. Acudir a un especialista y seguir los consejos profesionales pueden resolver el problema. Para quienes están hartos de hacer dieta sin resultado, destacar que cada día aparecen nuevas alternativas que pueden resultar eficaces y ayudarles a alcanzar sus objetivos.