Carmen Reija
La población española envejece y esta situación nos lleva a tener que plantearnos nuevas decisiones respetando la voluntad e independencia de nuestros mayores. Es fundamental aprender a envejecer y respetar a las personas de más edad. Hasta hace pocos años, los humanos nos moríamos a edades más tempranas y no se planteaba esta situación en la que nos encontramos. Se han incrementado ciertas patologías en las que se produce un deterioro cognitivo que genera problemas a todos los niveles (personal, social, familiar, sanitario, etc.) Entre todos podremos resolverlos.
La vejez es un proceso biológico que se ve afectado por el contexto social. Se le rinde culto a la juventud y lo que conlleva: vitalidad, belleza, energía, etc. y se vive con temor todo lo que se relaciona con el envejecimiento y la muerte. No ocurre en otras culturas ...
La vejez es un proceso biológico que se ve afectado por el contexto social. Se le rinde culto a la juventud y lo que conlleva: vitalidad, belleza, energía, etc. y se vive con temor todo lo que se relaciona con el envejecimiento y la muerte. No ocurre en otras culturas en las que se considera a los ancianos como los depositarios de la sabiduría y el poder y se les respeta por ello.
El porcentaje de mayores de 65 años se ha duplicado en estos últimos años y las previsiones señalan que necesitarán algún tipo de ayuda para realizar sus actividades habituales a medida que vaya pasando el tiempo. En la vejez se vuelve a un estado de dependencia similar al de la infancia pero, en vez de ganar autonomía, se van perdiendo habilidades y provocando un sentimiento de fragilidad al que deben adaptarse tanto la persona que envejece como su entorno familiar más o menos cercano. Esta situación genera una responsabilidad que suele resultar difícil de asumir porque no nos sentimos preparados para hacerlo.
Cuidar a un familiar supone una tarea agotadora que debilita al cuidador (aunque lo haga de manera cariñosa y desinteresada). Es necesario mejorar los recursos para que la atención sea la adecuada a cada situación. También deberían respetarse los deseos de los ancianos y su capacidad de decisión en lo que se refiere a sí mismos. Es importante que sigan realizando actividades cotidianas (mientras puedan hacerlo) para mantener su sensación de utilidad y evitar un mayor deterioro físico y mental.
Se considera que se convierte en dependiente cuando requiere ayuda para realizar actividades cotidianas como comer, vestirse, lavarse, medicarse, etc., lo que obliga a los afectados a encontrar una manera de resolver la situación. El problema se agudiza cuando el deterioro cognitivo aumenta y la persona a la que estamos cuidando ya no se parece a la que conocíamos y debemos adaptarnos a ello (lo que resulta doloroso y difícil).
Existen varias opciones entre las que destacaría:
-La propia familia. Cada vez más complicado porque suelen ser las mujeres las encargadas y no es fácil conciliarlo todo. Resulta imprescindible que todos participen en el cuidado del anciano. Entender que cada uno tiene un papel y una tarea de la que hacerse cargo y mantener la idea de grupo y de que todos son importantes. Cuidar al cuidador principal es fundamental para que todo el sistema funcione.
-Cuidador en casa. Elegir a la persona indicada y confiar en ella. Puede convertirse en la mejor ayuda para todos.
-Residencia. Solo un 6% de los mayores de 65 años se animan a vivir así. Además, las opciones son escasas y no es fácil acceder a una plaza. Quienes prueban suelen encontrarse bien y disfrutar de esta nueva etapa.
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