Carmen Reija
Quejarse de dolor de cabeza, aunque no conozcamos su origen y resulte diferente en cada persona, es frecuente, siendo motivo de consulta habitual al médico de familia. O lo que es peor, recurrimos a la automedicación para resolverlo sin tener en cuenta los problemas que esa actitud puede desencadenar. No tienes que “sufrirlo”; lo indicado es acudir a tu médico y seguir todas sus indicaciones.
La cefalea de tensión se manifiesta con dolor normalmente bilateral referido como la sensación de tener un “casco” que aprieta la cabeza. Es intenso -en sienes, cuero cabelludo y parte posterior del cuello-, sordo, opresivo y molesto. Se presenta rigidez cervical, de inicio matinal o a primera hora de la ...
La cefalea de tensión se manifiesta con dolor normalmente bilateral referido como la sensación de tener un “casco” que aprieta la cabeza. Es intenso -en sienes, cuero cabelludo y parte posterior del cuello-, sordo, opresivo y molesto. Se presenta rigidez cervical, de inicio matinal o a primera hora de la tarde, que empeora durante el día. No suele resultar incapacitante, pues desaparece o se reduce tras aplicar medidas terapéuticas adecuadas.
Puede ser aguda o crónica. La aguda se caracteriza por dolor episódico de corta duración y debido a estrés puntual, nerviosismo, fatiga, etc. que desaparece al eliminar la fuente de estrés, relajarse e ingerir analgésicos suaves. La crónica supone un dolor mantenido incluso durante semanas y puede estar enmascarando una depresión. A veces es concomitante con la migraña, aunque en la tensional las crisis dolorosas son más frecuentes y no presenta aura, puede aparecer cansancio y mareos, no cursa con náuseas, vómitos o fotofobia y, si se presentan, son más suaves que las de la migraña.
Llevar un diario-registro del dolor de cabeza para reconocer los signos previos, situaciones y síntomas ayudará al diagnóstico y permitirá reducir o eliminar los factores desencadenantes evitables. En él se anotarán fecha y hora de inicio del dolor, alimentos ingeridos en las 24 horas anteriores, patrón de sueño de los días previos, situación emocional, actuación del paciente para reducirlo y cualquier otro dato interesante para el médico.
Las causas más comunes son la mala higiene postural (laboral, en el domicilio o en la vida normal), el bruxismo (apretar las mandíbulas y los dientes de día o de noche), los problemas articulares, el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.
Las medidas higiénicas preventivas incluyen:
- Evitar el consumo de alcohol, tabaco y cafeína, además de comer equilibradamente
- Controlar la postura y hacer estiramientos cervicales, dorsales y lumbares
- Realizar ejercicio al aire libre para favorecer la oxigenación.
- Practicar técnicas de relajación (yoga o pilates) bajo el control de especialistas para controlar el estrés
- Dormir adecuadamente
- Prevenir problemas posturales en el trabajo (ordenador, microscopio, etc.)
El tratamiento farmacológico va a depender de la frecuencia del proceso y de la incapacidad que sufra el enfermo: paracetamol, aspirina e ibuprofeno en las crisis dolorosas; para la profilaxis, relajantes y antidepresivos. Mucho cuidado con la automedicación, pues puede cronificarse por abuso de analgésicos y psicofármacos, provocando una “cefalea de rebote”. También el automasaje (relajación de la nuca, masaje en las cejas, presión de los arcos occipitales y masajes circulares en las sienes) y aplicar calor en la parte posterior del cuello reducen la presión y el dolor.
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