Estás en silencio, por fin un momento sólo para ti. Quizá estás en la cama, antes de dormir, y aprovechas esos minutos para hacer un repaso del día; o tal vez estás en el coche de vuelta a casa, o en cualquier otra situación. Nada ni nadie te interrumpe, sólo tú y tus pensamientos. En ese momento no hay posibilidad de engañarse a sí mismo, ni tienes que disimular ante otras personas. Y entonces te preguntas ¿Estoy consiguiendo las cosas que deseo? ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Estoy contento con la vida que tengo?

Los seres humanos intentamos saber qué debemos hacer para sentirnos realizados; qué es aquello que si se logra va a hacer que esta vida haya merecido la pena. Entonces, empezamos a pensar objetivos que debemos realizar. Por ejemplo, una carrera universitaria, un trabajo exitoso, una casa y un coche a la última, una familia feliz, etc.

Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo vemos que hay algo que no funciona bien. Si hemos conseguido todos esos objetivos sentimos, en ocasiones, una insatisfacción en nuestro interior que impide que podamos disfrutar todas esas cosas. Y si por el contario, nos hemos quedado a mitad de camino, lo que experimentamos es un sentimiento de frustración por no poder disfrutarlas tampoco.

En este punto, nos damos cuenta de que quizá los objetivos no eran tan buenos como pensábamos. Hemos recorrido trayectos sin darnos cuenta de qué pasos dábamos. Entonces, piensas ¿qué he hecho mal? ¿qué debería cambiar en mi vida? Y este momento, aunque no lo creas, es maravilloso, porque por fin estás conectando con lo que realmente importa, que es tu bienestar interior.

Esta vida es un gran escaparate en el que te puedes perder si no tienes claro qué es lo que deseas. Y para saberlo, hay que ser responsable. Responsable con tu vida, con tu Ser; saber que tu mayor obligación en esta vida es ser feliz. Porque es la respuesta a todos los interrogantes que el ser humano se ha ido haciendo a lo largo de la historia sobre el motivo de nuestra existencia. ¡Nada tiene sentido si no eres feliz!

Y una vez que sabemos qué es lo que debemos hacer, será más fácil encontrar en ese escaparate de oportunidades, cuál es la que nosotros queremos. Mantén ese único objetivo en tu día a día, y nunca te arrepentirás pensando ¿qué he hecho con mi vida?

A partir de ese momento, el camino se hará más consciente. Aprenderás a disfrutar más de lo pasos que das para conseguir otras cosas también importantes. La vida te sorprenderá igualmente con sus habituales regalos; unos más bonitos y otros más tristes, pero tu responsabilidad te ayudará a avanzar y retomar, lo antes posible, tu felicidad.

Siéntate en silencio, con calma, regalándote unos cuantos minutos y aprende ahora, pues es el único momento que de verdad importa,  a ser responsable; aprende a ser feliz.