Es una enfermedad reumatológica que afecta a las articulaciones y se caracteriza por la pérdida progresiva del cartílago debido al desgaste por el uso y el paso del tiempo. La zona se desgasta y degenera, pierde su funcionalidad y causa inflamación y dolor. Se produce el roce hueso contra hueso, ...
Es una enfermedad reumatológica que afecta a las articulaciones y se caracteriza por la pérdida progresiva del cartílago debido al desgaste por el uso y el paso del tiempo. La zona se desgasta y degenera, pierde su funcionalidad y causa inflamación y dolor. Se produce el roce hueso contra hueso, pudiendo causar la deformación de las articulaciones afectadas. Puede afectar a cualquier zona y son varios los factores desencadenantes (edad, genética, sobrepeso, lesiones previas, masa ósea, etc.)
Los principales efectos son el dolor y la limitación del movimiento articular que alteran la vida de quienes la sufren (unos siete millones de españoles).
El diagnóstico y tratamiento debe ser realizado por el médico. Entre las recomendaciones (que pasan por el estricto control del médico) destacaría:
-La actividad física es la mejor terapia para tus articulaciones. Aunque te duela, sigue moviéndote. Puedes usar muletas o bastones adaptados en la ortopedia e indicados por el médico.
-Descansa adecuadamente de noche y de día. Busca tu momento.
-Cambia tu alimentación e incluye antioxidantes (especialmente vitaminas C y E) y ácidos omega-3 (en pescados como el salmón).
-Combina frío y calor. Si está inflamada y caliente la zona, lo mejor es el hielo (envuelto en un paño). El calor alivia la rigidez articular y las contracturas musculares.
-Acude a un balneario o a un spa. Algunos pacientes mejoran y otros no lo notan demasiado, pero no te hará ningún daño.
-No renuncies al deporte, pero elígelo bien. Caminar, nadar, practicar yoga o Pilates, etc. que no generen impacto ni fuertes tensiones en tus articulaciones serían buenas opciones.
-Infórmate y cuéntaselo a quien quieras. Es mejor saber que imaginar. Pregunta y apóyate en los que te rodean para mejorar tu calidad de vida.
-Fisioterapia bien pautada y ejecutada por un profesional. Puede ayudarte mucho aunque inicialmente te cueste hacerla.
-El arsenal farmacológico es muy amplio, pero debe decidirlo el médico, ya sea por vía oral o tópica. No te automediques.
-No temas a las infiltraciones. Suelen resultar eficaces, pero deben ser indicadas por el médico.
-Minerales (oligoterapia) como complemento. Se administran: cobre, magnesio, selenio, azufre, flúor o cobalto, pero tienen efectos secundarios y no debes consumirlos sin la indicación del médico.
-Reeducación postural para conservar y mejorar los hábitos perjudiciales. Se generan muchas tensiones que causan dolor y resultan repetitivas porque uno se adapta a ellas. Corregir esa actitud puede ayudarte a reducir el dolor y la inflamación.
-Reduce el exceso de peso porque genera una sobrecarga y se liberan sustancias inflamatorias que empeoran la situación. Sigue una dieta equilibrada pautada por un profesional.
-Sal a pasear y disfruta del sol y la luz. La vitamina D es fundamental para la mineralización del esqueleto y para aumentar la fuerza muscular.
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