¿Eres sobreprotector con tus hijos?

Iván Martín

Cuidar y proteger a nuestros hijos es esencial, pero un exceso de protección puede originar graves consecuencias en el desarrollo de los niños.

15/04/2014

La tendencia natural de los padres es procurar las mejores atenciones a sus hijos, cuidar de sus necesidades para obtener el desarrollo físico y emocional óptimo; en ocasiones el cuidado de los niños se envuelve bajo un manto protector grueso y alargado, obstaculizando severamente el crecimiento de los más pequeños. La ...

La tendencia natural de los padres es procurar las mejores atenciones a sus hijos, cuidar de sus necesidades para obtener el desarrollo físico y emocional óptimo; en ocasiones el cuidado de los niños se envuelve bajo un manto protector grueso y alargado, obstaculizando severamente el crecimiento de los más pequeños.

La actitud de los padres protectores se apoya en una angustiosa dependencia de sus hijos, analizando toda situación, evaluando peligros y eliminado cualquier capacidad de reacción de los niños. Mantienen un constante escenario de alarma ante la vida que desarrollan sus hijos.

Actitudes sobreprotectoras

Reconocer aptitudes sobreprotectoras en la educación de nuestros hijos es una tarea complicada, cada persona tiene una forma de educar  y es necesario proyectar un pensamiento autocrítico para intentar reconocer esta desmesurada protección. Algunos de los rasgos más distintivos de la sobreprotección son:

  • Proliferación de límites y reglas, minimizando la capacidad de decisión de los niños.
  • Capacidad de análisis de cada situación por los ojos de los padres y no por los del niño/a. Cada paso que realiza el niño/a es aceptado y aprobado por sus padres.
  • Tendencia a evitarles toda situación complicada, difícil o conflictiva.
  • Disculpar los errores o fallos de los niños dirigiendo la responsabilizar hacia otras personas o causas.

Consecuencias de la sobreprotección

La sobreprotección conlleva consecuencias muy negativas en el desarrollo emocional de nuestros hijos/as, posiblemente es una de las razones más influyentes en el retraso de la madurez de los niños. Las principales consecuencias de esta desmesurada protección son:

  • Incapacidad natural de relacionarse con el entorno que les rodea, nulas aptitudes sociales.
  • Una total inseguridad en la toma de decisiones, grave dificultad en gestionar sus opiniones y deseos.
  • Imposibilidad de aceptar errores o frustraciones.
  • Apego desmesurado a sus padres, creando una perjudicial dependencia.
  • Desconocimiento y desorientación sobre sus sentimientos y emociones.

Todas estas consecuencias marcan de forma directa el crecimiento personal y madurez de los niños/as, dificultando de manera severa su adaptación a la sociedad y en su propio conocimiento personal.

Es conveniente mantener un equilibrio entre la protección y la libertad de aprendizaje de nuestros hijos/as, de ello depende un sano desarrollo emocional.

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